Lotes

vista
Filtros+
+
VENDIDO
791. Juan de Juni (Joigny, 1506 - Valladolid, 1577).“San Jerónimo”.Escultura en madera tallada y policromada.

Altura: 122 cm.
Entre los escultores del renacimiento español, sobresale la figura de Juan de Juni. Nacido en la Borgoña francesa, se cree que pasó un tiempo en Italia antes de trasladarse primero a León y Salamanca, para establecerse definitivamente en 1540 en Valladolid, donde realiza sus obras más admiradas como el Santo Entierro del Museo Nacional de Escultura, o la Virgen de los Cuchillos, en Nuestra Señora de las Angustias, también en Valladolid. Escultor versátil, trabajó con singular maestría tanto la madera como la piedra, la terracota como el alabastro, haciendo por igual esculturas exentas, sepulcros monumentales y retablos de diferentes tamaños. Frente a la producción de Berruguete, su obra se caracteriza por un manierismo de composiciones dramáticas, a base de figuras en escorzo, con un movimiento continuo de ropajes que cubren las anatomías de arabescos ondulados y que, a pesar de su estilo grave, buscan una intensa teatralidad, trasladando sus emociones al espectador. Un lenguaje que, con la austeridad castellana de la época y siguiendo los consejos de la Contrarreforma, quiere conmover al espectador. La talla que subastamos llevaba en paradero desconocido cerca de 70 años. En 1951 José Gudiol obtuvo una fotografía de la misma (Archivo MAS. Foto G. 25.660), realizada en el antiguo monasterio vallisoletano de la Santa Espina que, tres años más tarde, en 1954, sirvió de ilustración a un artículo de Martín González*, donde comentaba que, “hecha para cantar la hermosura del cuerpo humano desnudo”, era obra en barro cocido y policromado. Años más tarde, ya en 2006, Jesús Urrea se planteaba en el Boletín número 10 del Museo Nacional de Escultura*, si podría tratarse de la misma obra que estuvo en la colección del profesor Sánchez de Muniaín y que, considerada en aquel momento original de Alonso Berruguete, se expuso en 1961 en la muestra conmemorativa del IV centenario de la muerte de éste. Urrea desmontó tal atribución, viendo claramente la mano de Juan de Juni. Aparece el santo representado según la iconografía tradicional, en su condición de penitente a orillas del río Jordán. Apoyado en un tronco del que cuelga el capelo, que recuerda su papel cardenalicio, en su mano derecha posiblemente sujetaría la piedra con la que se golpea el pecho; y a sus pies, asoma su atributo permanente, un león al que habría de una espina. Sin embargo, en su aparente normalidad, esta imponente escultura concentra todos los recursos estilísticos que han hecho de Juan de Juni uno de los más grandes escultores: en su destacado tratamiento de la anatomía de cuerpo desnudo, junto al escorzo que recuerda su influencia italiana y su admiración por Miguel Ángel, busca un rostro de expresión concentrada surcada de matices, con facciones blandas, recursos técnicos tomados, quizá, de su dominio del barro. Desprovisto de sus ropajes cardenalicios, que caen por detrás hasta sus pies, cubriendo al león y retorciéndose blandos y resbaladizos, son el contrapunto perfecto a la tensión del cuerpo, que recuerda de alguna manera la exquisita talla tan laocontiana de su San Juan Bautista, en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Procedencia: Importante colección particular Bibliografía específica: - Urrea, Jesús, “Revisión y novedades Junianas en el V centenario de su nacimiento”, en Boletín del Museo Nacional de Escultura, 2006, nº 10, pp. 3-12; il. p. 9. - Martín González, Juan José, “Los ideales artísticos de la imaginería castellana”, en Revista de Ideas Estéticas, 1954, nº 48, pp. 319-329.

Precio salida

50.000 €

VENDIDO POR

50.000 €
VENDIDO
791. Juan de Juni (Joigny, 1506 - Valladolid, 1577).“San Jerónimo”.Escultura en madera tallada y policromada.

Altura: 122 cm.
Entre los escultores del renacimiento español, sobresale la figura de Juan de Juni. Nacido en la Borgoña francesa, se cree que pasó un tiempo en Italia antes de trasladarse primero a León y Salamanca, para establecerse definitivamente en 1540 en Valladolid, donde realiza sus obras más admiradas como el Santo Entierro del Museo Nacional de Escultura, o la Virgen de los Cuchillos, en Nuestra Señora de las Angustias, también en Valladolid. Escultor versátil, trabajó con singular maestría tanto la madera como la piedra, la terracota como el alabastro, haciendo por igual esculturas exentas, sepulcros monumentales y retablos de diferentes tamaños. Frente a la producción de Berruguete, su obra se caracteriza por un manierismo de composiciones dramáticas, a base de figuras en escorzo, con un movimiento continuo de ropajes que cubren las anatomías de arabescos ondulados y que, a pesar de su estilo grave, buscan una intensa teatralidad, trasladando sus emociones al espectador. Un lenguaje que, con la austeridad castellana de la época y siguiendo los consejos de la Contrarreforma, quiere conmover al espectador. La talla que subastamos llevaba en paradero desconocido cerca de 70 años. En 1951 José Gudiol obtuvo una fotografía de la misma (Archivo MAS. Foto G. 25.660), realizada en el antiguo monasterio vallisoletano de la Santa Espina que, tres años más tarde, en 1954, sirvió de ilustración a un artículo de Martín González*, donde comentaba que, “hecha para cantar la hermosura del cuerpo humano desnudo”, era obra en barro cocido y policromado. Años más tarde, ya en 2006, Jesús Urrea se planteaba en el Boletín número 10 del Museo Nacional de Escultura*, si podría tratarse de la misma obra que estuvo en la colección del profesor Sánchez de Muniaín y que, considerada en aquel momento original de Alonso Berruguete, se expuso en 1961 en la muestra conmemorativa del IV centenario de la muerte de éste. Urrea desmontó tal atribución, viendo claramente la mano de Juan de Juni. Aparece el santo representado según la iconografía tradicional, en su condición de penitente a orillas del río Jordán. Apoyado en un tronco del que cuelga el capelo, que recuerda su papel cardenalicio, en su mano derecha posiblemente sujetaría la piedra con la que se golpea el pecho; y a sus pies, asoma su atributo permanente, un león al que habría de una espina. Sin embargo, en su aparente normalidad, esta imponente escultura concentra todos los recursos estilísticos que han hecho de Juan de Juni uno de los más grandes escultores: en su destacado tratamiento de la anatomía de cuerpo desnudo, junto al escorzo que recuerda su influencia italiana y su admiración por Miguel Ángel, busca un rostro de expresión concentrada surcada de matices, con facciones blandas, recursos técnicos tomados, quizá, de su dominio del barro. Desprovisto de sus ropajes cardenalicios, que caen por detrás hasta sus pies, cubriendo al león y retorciéndose blandos y resbaladizos, son el contrapunto perfecto a la tensión del cuerpo, que recuerda de alguna manera la exquisita talla tan laocontiana de su San Juan Bautista, en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Procedencia: Importante colección particular Bibliografía específica: - Urrea, Jesús, “Revisión y novedades Junianas en el V centenario de su nacimiento”, en Boletín del Museo Nacional de Escultura, 2006, nº 10, pp. 3-12; il. p. 9. - Martín González, Juan José, “Los ideales artísticos de la imaginería castellana”, en Revista de Ideas Estéticas, 1954, nº 48, pp. 319-329.

Precio salida: 50.000 €

VENDIDO POR: 50.000 €

Política de Cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para analizar el uso del sitio web y mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias sobre la base de un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación (por ejemplo, páginas visitadas).

Tenga en cuenta que, si acepta las cookies de terceros, deberá eliminarlas desde las opciones del navegador o desde el sistema ofrecido por el propio tercero.