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Descripción del lote
CARLOS DE HAES (Bruselas, 1826-Madrid, 1898)
La costa de Villerville (Normandía)
H. 1877- 1884
Óleo sobre lienzo adherido a cartón. 22 x 41 cm.
Firmado en el reverso: "C. de Haes".
En el reverso sello estampado de la testamentaria de Carlos de Haes de 1898 y firma: "J. Morera".
Con la muerte de Carlos de Haes, en 1898, bajo testamento otorgado en 1880, nombraba a Luis Roy y a Jaime Morera sus albaceas, y les encargaba la distribución de sus bienes. De ahí, que la obra que presentamos conserve en el reverso el sello estampado de dicha testamentaría, así como la firma de Jaime Morera. Se puede relacionar desde el punto de vista técnico, óleo sobre lienzo adherido a cartón; de medidas similares a las obras que, por donación por parte de los discípulos de Carlos de Haes, en 1899 (real orden de 10 de junio de 1899) llegaron al Museo del Prado.
Haes revindicó el valor del género del paisajístico e introdujo en España la práctica de la pintura al aire libre, no sólo como apunte para una posterior elaboración en el taller, sino como obra definitiva, lo que constituyó una importante renovación en este género.
Villerville, fue uno de los lugares predilectos, no sólo para Carlos de Haes, sino también para Boudin, Daubigny, Troyon o Monet, coetáneos Haes, y amantes de la pintura al aire libre. Situado en la región de Calvados junto al Canal de la Mancha a escasa distancia de Trouville. Los estudios fechados en 1877, 1878 y 1884, y las referencias de su paso con Morera en 1886, nos confirman las estancias prolongadas de Carlos de Hes en Villerville, donde realizó un conjunto de obras de paisajes rurales del interior, vistas de playas del litoral, que en alguna ocasión ambientó con actividades laborales de los habitantes de lugar.
Este pequeño estudio, de marcada composición horizontal estructurada por las distintas bandas cromáticas en gradaciones de ocres, grises y verdes, Carlos de Haes, nos presenta los húmedos arenales de la extensa playa de Villerville, en un día encapotado. Al fondo a la derecha, un montículo con cuatro construcciones. La chimenea de una de ellas deja una estela de humo sobre el cielo y en declive que se adentra en el mar, un embarcadero. Al fondo a la derecha se vislumbra un paisaje costero. Domina en esta composición los vibrantes juegos de pincelada, briosa y corta tan señalada en toda la producción del pintor.
Se conservan otras composiciones de esta misma vista en las que Carlos de Haes recoge otros puntos de vista y perspectivas, conservados en el Museo Nacional del Prado (Ver: Gutiérrez Márquez, Ana: Carlos de Haes en el Museo del Prado, cat. Exp., Madrid, Museo Nacional del Prado, 2002, pp, 282 (núm. 5650), pp. 286 (núm. 6866), pp. 288 (7054).
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