Descripción del lote
ATRIBUIDO A FRANCISCO CAMILO (Madrid, 1635- 1673)
Estudio para la alegoría de la muerte de un caballero cristiano
Óleo sobre lienzo. 91 x 68,5 cm, sin marco.
La obra que presentamos es muy probablemente un estudio preparatorio para la obra atribuida a Francisco Camilo, Alegoría de la muerte de un caballero cristiano, óleo sobre lienzo, 104,5 x 73 cm, conservado en el Museo Cerralbo de Madrid con número de inventario “04578”. En el inventario de 1924, que realizó Juan Cabré, registró el lienzo del Museo Cerralbo, como Apoteosis de la vida atribuida a Francisco Camilo, atribución que con posterioridad fue ratificada por Diego Ángulo Iñiguez. Esta atribución, fue puesta en duda por el profesor Nicola Spinosa, que determino que podría tratarse de una obra de Francesco Solimena y advirtió que el profesor Ferdinando Bologna la creía de Giacinto Diano, pintor napolitano y discípulo de Francesco de Mura. (Ver: (https://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?txtSimpleSearch=Alegor%EDa%20de%20la%20muerte%20del%20caballero%20cristiano&simpleSearch=0&hipertextSearch=1&search=simple&MuseumsSearch=&MuseumsRolSearch=1&listaMuseos=null).
Sobre un rompimiento de gloria compuesto por un grupo de nubes, el pintor dispone en el centro de la composición, el alma cristiana representada como una figura joven femenina portentosa y sensual. Viste túnica blanca envolvente, con transparencias logradas a través de un magnífico juego de veladuras, que denotan la perfección técnica de Camilo. Su actitud es gesticulante, con sus brazos abiertos al cielo y dirige su mirada al ángel con túnica roja que la acompaña y la ayuda a ascender a los cielos. Ambas figuras, responden al canon habitual utilizado por en pintor durante toda producción de proporciones ciertamente manieristas que insinúan cierta inestabilidad, así como el tratamiento un tanto sentimental, tierno y dulzón de los rostros. Apreciamos la ausencia del caballero cristiano que encontramos en el lienzo definitivo de Camilo del Museo Cerralbo.
La escena representada es realmente llamativa y fue un tema poco habitual entre los pintores madrileños de la segunda mitad del siglo XVII, siendo su origen quizás literario o moral. Sin embargo, Francisco Camilo trató este tema en otras ocasiones como en el lienzo de San Pablo ermitaño y en la muerte de Santo Domingo.
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