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Descripción del lote
ESCUELA CUZQUEÑA, PP. SIGLO XVIII
Adoración de los Reyes Magos
Óleo sobre lienzo. 162 x 111 cm.
La adoración de los Reyes es una obra que rinde homenaje a uno de los temas más venerados a lo largo de la historia del arte: al encuentro místico de los Reyes Magos con el Niño Jesús inspirado en el relato según el Evangelio de San Mateo: “Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían de Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle… Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con su Madre María, y postrándose, le adoraron; luego abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra” y captura la esencia de la devoción y el asombro que caracterizan este momento trascendental.
La llegada desde Europa a las colonias y al Nuevo Mundo de numerosos grabados en estampas, devocionarios, biblia, vidas de santos, y otros libros ilustrados, fue habitual durante el siglo XVII. El propósito principal era apoyar los procesos de evangelización en estos lugares que también sirvieron como modelos, fuentes de inspiración y de formación para los pintores y demás artistas. En este sentido la obra que presentamos, se puede relacionar desde el punto de vista compositivo con el grabado de la Adoración de los Reyes Magos de Paulus Pontius (1603-1658).
Sobre un fondo de paisaje ornamentado con una arquitectura clásica en piedra, el artista hábilmente ha dispuesto la escena principal, la adoración del los Reyes al Niño Jesús. En un primer plano, la figura de Melchor arrodillado con reverencia mostrando su devoción al Niño. Su corona con tocado oriental, descansa a sus pies junto a su presente conteniendo su presente en una pieza de orfebrería dorada similar a un cáliz. A su vez, el Niño le bendice junto con la figura de la Virgen y San José. En un segundo plano, la figura de Melchor sosteniendo una copa, mientras Baltasar, de raza negra, porta un cofre. Detrás de los reyes, un variado séquito de pajes mestizos, destacando la figura de un personaje tocado con un sombrero de plumas. Completa la escena un jinete sobre su caballo que emite notas melodiosas con su trompeta. Sobre el cielo la presencia de dos ángeles como testigos celestiales del momento.
La obra refleja la suntuosidad propia de la pintura cuzqueña en el tratamiento rico de los ropajes adornados con motivos vegetales en dorado simulando brocados y bordado en la totalidad de las túnicas y mantos de los reyes, dotando a la obra de una gran riqueza visual.
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