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170.000 €
Descripción del lote
MARIANO FORTUNY Y MARSAL (Reus, Tarragona, 1838-Roma, 1874)
Retrato de Francisco Bayeu (copia de Goya)
Óleo sobre tela
111 x 83 cm
Con sello de la testamentaria de Fortuny en áng. inf. izquierdo.
Pintado entre 1867 y 1868.
PROCEDENCIA:
Colección particular del artista, Roma.
Colección Adèle de Cassin, marquesa consorte de Landolfo-Carcano. Adquirida en 1874 cuando fallece el artista en la venta de su Atelier por 10.000 francos.
Colección de André Schoeller. Adquirida en 1912 en la subasta de la colección de Adèle Caussin que se celebró en la galería Georges Petit por 19.000 francos.
Colección particular, Francia.
Hotel Drouot de París.
Colección Barcelona.
BIBLIOGRAFÍA:
Beaumont, E. , Davillier, B.; Dupont, A.. Atelier de Fortuny. Oeuvre posthume. Objets d’art et de Curiosité (...) dont la vente aura lieu le 26 avril et jours suivants à Hotel Drouot, París 1875; p. 49, cat. núm. 127.
AA.VV., Catalogue des tableaux modernes, aquarelles, dessins, pastels, sculptures, tableaux, anciens, dessins anciens, objets d’art et ameublenet, appartenant à Madame la marquise Landolfo Carcano, Paris, Galerie Geroges Petit, 1912, p. 30, cat. núm. 40.
Ciervo, J., El arte y el vivir de Fortuny, Barcelona, s.d.; p. 12.
Maseras, A. , Fages de Climent, Carles, Fortuny. La mitad de una vida, 1932, p. 162.
González López, C.; Martí Ayxelà, M.: Mariano Fortuny Marsal, Vol. I, Barcelona, 1989; p. 58; i. Vol II, Barcelona 1989; p. 26.
Baron Thaigdismann, J., Fortuny (1838-1874), Madrid, 2017, Museo del Prado, p. 32 i 400.
Juberías Gracia, G.; “Adèle de Cassin (1831-19211), entre la salonnière y la demi-mondaine, distintas facetas de una coleccionista parisina”, a Lomba Serrano, C.; Morte García, C. i Vázquez Astorga, M.: Las mujeres y el universo de las artes. Actas XV Coloquio de Arte Aragonés, Saragossa, 2020; p. 311.
Fortuny fue uno de los pintores de su tiempo que más profundizó en el estudio de los maestros antiguos. Lo haría copiándolos de manera magistral y sin comparación con sus coetáneos. Las copias eran tan importantes que las mantenía en su estudio para nutrirse en su propia pintura, de hecho nuestro retrato de Bayeu lo conservó en su taller hasta su muerte.
En Roma, su maestro más admirado será Rafael y no solo copiará sus composiciones si no que, en alguna ocasión, quisó plasmar la materia e incluso el paso del tiempo. También, fuera de España, en Venecia copió a los grandes maestros Tiziano, Tintoretto y de Veronés realizó la copia de La predicación de san Juan Bautista atraído por el colorido y movimiento y en su búsqueda del efecto de la luz en el color.Veronés sería para nuestro pintor un referente, sobre todo cuando pintaba a la acuarela.
Después de Roma, se trasladará a Madrid y es en el Museo del Prado donde más lo veremos copiando a los grandes maestros antiguos. Sabemos por el libro de visitas y copistas, correspondientes a los años 1856-1864, que Fortuny estuvo en el Museo del Prado el 5 de mayo de 1860, aunque será entre 1866 y 1867 cuando realizaría el mayor número de copias allí. También estuvo los días 29, 30 y 31 de agosto de 1867, algunos días en septiembre y el 5 y 26 de octubre. Al museo de Prado no iría solo, iba con Lorenzo Casanova o con Agapito Francés y coincidía con Eduardo Rosales. Principalmente copiará a Velázquez y a Goya. Del maestro sevillano se conocen muchas copias, destacando un gran número a la acuarela frente a las cuatro copias que realizaría al óleo. Con Velázquez el objetivo era captar lo esencial de cada obra, sobre todo en los rostros, y su técnica suelta y entendió que con la técnica rápida e inmediata que le permitía la acuarela lo conseguiría mejor y de manera magistral lo vemos en la acuarela de Inocencio X realizada en 1862. Sabemos del impacto que tuvo Fortuny por la obra de Velázquez en una carta enviada al pintor Lorenzale donde nuestro pintor le decía: “ De lo que está perfectamente pintado y merece todas mis preferencias, de lo que llevo visto, es el retrato de Inocencio X, por Velázquez”.
Nuestro pintor catalán también copió a Ribera destacando su famoso San Andrés, donde una vez más, vemos al Fortuny interesado por el efecto de la luz, en este caso, sobre un torso desnudo. Copiará también a El Greco, copió la elegancia de Van Dyck con su obra Sir Endymion Porter y Anton van Dyck.
De los maestros holandeses destacó la calidad del pintor Frans Halls y así se lo dice a Ricardo de Madrazo en una carta fechada en París en 1874 “muy pintados con mucha verdad, parecen pintados ayer” refiriéndose a los retratos de Halls. Tiépolo también sería copiado y admirado por Fortuny en el Museo del Prado copiando el techo y en casa de Carderera.
Y por fin llegamos a Goya, el pintor al que más copió y más interés le despertó por las distintas facetas de su obra. De él realizaría las mejores copias y reuniría más dibujos y grabados. A su amigo Tomás Moragas le decía:
“¡Si vieras qué cosas! Cada día voy conociendo que hay más afinidad entre lo que él buscaba y lo que busco yo. Los medios de que me sirvo son diversos. Tengo un frenesí, un furor para producir, ¡y quién sabe lo que seré!”
Empezamos destacando la familia de Carlos IV y nuestro retrato de Bayeu que estuvieron colgados en su taller de hasta su muerte.
Si bien veíamos en Velázquez el interés por captar la esencia de la obra es tal su fascinación con Goya que le interesa todo, sus técnicas, la esencia, el espacio, los detalles y lo seguirá con fidelidad.
Un ejemplo de esta fidelidad es nuestra obra, un retrato póstumo de Bayeu encargado por su hija Feliciana Bayeu a Goya para exponerlo en la Academia de San Fernando con motivo de su muerte. Goya, a su vez, se basará en el Autorretrato de Bayeu (Real Academia de San Fernando, Madrid). Fortuny interpreta con total precisión y acierto la composición. El carácter serio con mirada al espectador, La nobleza y dignidad, cualidades exigidas en la profesión de pintor que Goya quiso transmitir, la pincelada, la riqueza en el color, el dominio en el tratamiento de las telas, el brillo de la seda que destaca.
El interés de Fortuny por la figura de Goya, lo más probable, es que le llegará a través de su suegro, Federico de Madrazo, gran poseedor de obras del pintor aragonés y que le facilitó el acceso a otras obras en colecciones particulares como la de los duques de Fernán Núñez.
Fue tal la admiración por Goya que llegó a conservar hasta seis copias en su taller de Roma permaneciendo allí hasta su muerte.
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