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Descripción del lote
ESCUELA ALTO PERÚ, FF. SIGLO XVII
Santa Margarita
Óleo sobre lienzo (sin reentelar). 104 x 87,5 cm.
Marco original con inscripción en latín: “Erat autem Margaritam annorum quindesin (quindecim) cum ab impio Holimbrio (Olimbrio) tradebatur in carcere”. (Margarita tenía quince años cuando fue entregada a la cárcel por el impío Olimbrio).
El lienzo que presentamos es una representación de la ejecución de Santa Margarita. Santa también conocida como Mariana de Antioquía, es una figura destacada de la hagiografía cristiana, venerada por su firmeza en la fe y su martirio bajo el emperador Diocleciano, quien reinó entre los años 284 y 305. Margarita fue encarcelada por negarse a sacrificar a los ídolos. Durante su encarcelamiento, ocurrieron varios eventos milagrosos. Según una versión, expulsó un demonio de su garganta haciendo la señal de la cruz. Otra leyenda cuenta que un demonio en forma de dragón la devoró, pero ella usó un crucifijo para liberarse cortando al dragón desde dentro. Fue sometida a terribles torturas, como ser azotada con varillas, cortada con tridentes, y tener clavos clavados en su cuerpo. A pesar de estas torturas, sobrevivió milagrosamente. Según la leyenda, en un momento, las cadenas cayeron de sus muñecas y una luz divina irradiaba sobre ella, con una paloma que llevaba una corona de oro en su pico. Finalmente, el gobernador ordenó su ejecución.
La necesidad de aplicar los decretos del Concilio de Trento por parte de la Iglesia virreinal, que ordenaban a los religiosos instruir diligentemente en el “uso legítimo de las imágenes”, llevó a la convocatoria del Segundo Concilio Limense (Lima, 1567) y del Tercer Concilio Limense (Lima, 1582-83), donde se incluyeron todas las recomendaciones tridentinas.
En el siglo XVII, el arte pictórico en Cuzco fue considerablemente influenciado por las pinturas y grabados flamencos, así como por el arte español. En el caso concreto de nuestra Santa Margarita, las ciudades, torres, árboles y el cielo invernal están impregnados de la atmósfera melancólica que transmiten los lienzos flamencos.
En este sentido, la obra que presentamos tiene una deuda patente con el grabado del Martirio Santa Bárbara de Wierix, con el que parecíamos la misma disposición del verdugo y de la Santa (fig.1).
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