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Descripción del lote
GUISEPPE BONITO (Castellamare di Stabia, Nápoles, 1707 - Nápoles, 1789)
Posible retrato del relojero napolitano Francesco Barletta
h. 1750
Óleo sobre lienzo. 157,5 x 116,8 cm.
Con importante marco en madera tallada.
Giuseppe Bonito fue uno de los pintores napolitanos más influyentes de mediados del siglo XVIII. En 1751, fue nombrado pintor de cámara del Rey de Nápoles. Un año después, en 1752, era miembro de la Accademia di San Luca y en 1755 fue elegido como director de la Accademia del Disegno di Napoli.
En su carrera artística, comenzó influenciado por el tenebrismo de Francesco Solimena, un estilo claramente presente en sus primeras obras, como en la composición Los arcángeles Rafael y Tobías, firmada en 1730 para la iglesia de Santa María la Mayor en Nápoles. Más tarde, su estilo evolucionó hacia un barroco tardío más personal, destacándose especialmente en el género del retrato. A partir de 1749, Bonito inició una extensa serie de retratos de la Familia Real (actualmente conservados en el Palacio Real de Madrid, el Palacio Real del Pardo y el Palacio Real de Caserta), así como de la nobleza y de importantes personalidades napolitanas.
El presente retrato podría representar al relojero napolitano Francesco Barletta, mencionado por Gaetano Filangieri en su obra Indice degli artefici delle arti Maggiore e Mitiori (Nápoles, Tipografía dell’Accademia Reale delle Scienze, 1891, vol. I, p. 45). Filangieri lo cita como el restaurador del reloj de la Santissima Annunziata de Nápoles en 1748. Además, en 1746, Barletta realizó el reloj de la torre de Gallipoli, en Puglia, y por último, se conoce un contrato firmado para el mantenimiento del reloj del Palazzo Abbaziale di Loreto. Conocemos esta información por la Dott. Linda Martino, conservadora de relojes del Museo de Capodimonte.
En un interior adornado con cortinajes, el retratado aparece en su estudio, envuelto en una atmósfera de suave iluminación y vaporosidad. Como en otros retratos de Bonito, se aprecia su interés por individualizar al modelo, resaltando una intensa expresividad en la mirada y una clara caracterización psicológica. En su mano derecha, el relojero sostiene un boceto a lápiz de un reloj, que se corresponde con el reloj de bronce que descansa sobre la mesa de mármol. Es notable el refinamiento de la composición, especialmente en los detalles de los bordados del chaleco y las diferentes texturas de sus ropajes, bañadas por una luz grisácea y suave, típica del estilo rococó.
Algunos estudiosos han sugerido que el retratado podría ser un noble aficionado a la relojería, basándose en su porte distinguido y en la elegancia de su vestimenta.
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