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Descripción del lote
ANGELINO MEDORO (1567-1633)
El Arcángel San Miguel venciendo al demonio con marco fingido
Óleo sobre lienzo. 168 x 148 cm.
Firmado: "Angelinus Medorus" y fechado en 1621 ó 1627.
Angelino Medoro, destacado pintor romano nacido hacia 1567, representa una transición crucial entre el manierismo y el barroco en el arte colonial americano. Aunque formado en el estilo manierista italiano, influido por maestros como Jacobo Zucchi y los Zuccari, Medoro desarrolló un carácter propio en América. Allí, su estilo se enriqueció con influencias culturales locales, consolidándolo como un referente de la pintura colonial. Tras su formación en Roma, Medoro emigró a España en su juventud, motivado por el deseo de llevar su arte más allá de Europa. Se estableció en Sevilla, principal puerto de salida hacia las Américas, y firmó su primera obra en 1586. Dos años después, se embarcó hacia Colombia, marcando el inicio de una etapa fundamental de su carrera, cuyo legado se extendería por Colombia, Perú y Ecuador, dejando una huella artística profunda y distintiva en América Latina.
En Colombia, entre 1587 y 1592, trabajó principalmente en Tunja, el centro más importante y desarrollado del Nuevo Reino de Granada, y en Santa Fe de Bogotá. Obras como "Virgen de la Antigua" en la iglesia de Santo Domingo de Tunja y "La Anunciación" en Santa Clara son algunos de sus primeros y más significativos trabajos, caracterizados por su estilo manierista. Su conexión con la región se profundizó al casarse con Luisa Pimentel, hija de un importante encomendero de Santa Fe. Durante esta etapa, pintó un "Cristo atado a la columna con San Pedro Penitente" y un "Calvario" para la iglesia de San Francisco de Tunja, así como una serie de pinturas para la Capilla de los Mancipe en la iglesia Mayor de esta ciudad.
Al pasar por Quito, Medoro dejó una serie de trabajos, como un escudo nobiliario de los Aza firmado en 1592 y un cuadro de la Virgen con el Niño y santos. Posteriormente, en 1599, se estableció en Lima, ciudad que ya era un importante centro artístico en América, donde Bernardo Bitti y Mateo Pérez de Alesio lideraban el movimiento manierista. Aquí, Medoro fundó su propio taller y firmó varias obras notables, entre ellas un lienzo sobre La Santísima Trinidad y otras piezas que aún se conservan, como "Milagro de San Antonio" y "Cristo Crucificado," que realizó para el Convento de los Descalzos en 1601. En Lima, alcanzó tal renombre que fue considerado, junto a Pérez de Alesio, uno de los principales pintores tras la muerte de Bitti en 1610. Su fama llegó incluso a conectarlo con Santa Rosa de Lima, de quien fue amigo personal y para quien habría realizado un retrato póstumo en 1616.
Medoro continuó desarrollando su estilo manierista en Lima, donde exploró nuevas corrientes artísticas, evolucionando hacia un lenguaje pictórico propio, enriquecido por influencias locales y las innovaciones que llegaban al virreinato. Para 1618, firmó una serie de obras importantes, incluyendo una "Inmaculada" en el Convento de San Agustín. Su último trabajo documentado en Perú data de esta época; después, parece haber viajado a otros centros coloniales, como Potosí, Bolivia, donde recientemente se ha localizado un "Cristo crucificado con Santo Domingo y San Francisco" firmado por él. En 1624, Medoro regresó a España y se estableció nuevamente en Sevilla, donde, además de continuar su producción artística, asumió el rol de maestro y tomó como aprendiz a Juan de Mesa.
Este magnífico lienzo, firmado como Angelinus Medorus y fechado en 1621 o 1627, es el único conservado hasta ahora dentro de su producción pictórica con la temática de San Miguel Arcángel pisando al demonio. Sin duda, se trata de una obra cumbre en su trayectoria artística y demuestra que Medoro ya era un pintor consolidado. Posiblemente fue pintada en su última etapa en América o al inicio de su segunda estancia en Sevilla, donde el artista había evolucionado hacia un estilo de mayor naturalismo. Esta evolución se refleja también en el cambio de técnicas: mientras que sus primeras obras fueron pintadas al temple, en esta obra emplea el óleo, técnica que se convirtió en su elección preferida en sus últimas creaciones.
En el centro de la composición, Medoro nos presenta a San Miguel Arcángel sobre un rompimiento de gloria dominado por tonos amarillos y grises. Lo representa como un joven atlético y majestuoso, vestido con una indumentaria romana que incluye coraza, grebas y un morrión coronado de plumas, resaltando su rol como príncipe de la Iglesia y jefe de los ejércitos celestiales. Su cabello rubio y rizado, junto con sus espléndidas alas de águila, realzan su apariencia divina.
Destaca también la cabeza de águila que asoma desde la cintura del ángel. En su mano izquierda sostiene una balanza, símbolo del Juicio Final, mientras que con la derecha empuña una lanza, preparado para asestar el golpe decisivo contra el demonio. El arcángel parece danzar mientras se impone sobre el ángel caído a sus pies, quien apenas logra resistir la sentencia divina que se ejecutará con la lanza de San Miguel. El demonio, enroscado en una postura de derrota, intenta en vano utilizar sus artimañas para condenar el alma en juego, reflejada en uno de los platillos de la balanza que San Miguel sostiene con firmeza. El demonio es representado con un cuerpo humanoide, extremidades serpentinas, afiladas garras y alas membranosas.
La obra culmina en una innovadora técnica: el pintor emplea un ingenioso trampantojo que crea la ilusión de un marco ficticio, una frontera simbólica entre lo terrenal y lo celestial. Gracias a este recurso, el demonio parece proyectarse hacia el exterior, luchando por salir del cuadro, mientras que San Miguel, en un movimiento dinámico, también parece traspasar ese límite hacia el espectador, llevando su victoria más allá del plano pictórico.
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