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1063. ZAO WOU-KI (Pekín, 1920 - Nyon, Suiza, 2013)
Sin título, 1984
Categorías
CONTEMPORÁNEO

Precio salida

75.000 €

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Descripción del lote


ZAO WOU-KI (Pekín, 1920 - Nyon, Suiza, 2013)
Sin título, 1984

Acuarela sobre papel.
37,5 x 56,5 cm.
Firmado y fechado áng.inf.dcho.
PROCEDENCIA:
Me Loudmer, París, 28 de abril 1997, lote nº:350.
Tajan, París, 26 de mayo 2005, lote nº:225.
Galerie Raymond Dreyfus, París.
Colección particular.
 
Esta obra se acompaña de un certificado de autenticidad firmado por el artista en 2005. 
 
Zao Wou-Ki (Pekín, 1920 - Nyon, Suiza, 2013) es reconocido internacionalmente como uno de los artistas abstractos más importantes del s.XX. Su estilo propio caracterizado por mezclar las corrientes del expresionismo abstracto con la soltura de la pintura y la caligrafía china le han llevado a estar presente en las más importante colecciones públicas y privadas del mundo: The Tate Gallery, Londres; MOMA, New York; Solomon R. Guggenheim, New York, Centre Pompidou, París; National Museum of Modern Art, Kyoto; Hong Kong Museum of Art, Hong Kong, etc…
 
Zao Wou-Ki nació en 1920 en Pekín en el seno de una familia acomodada, su padre era banquero y descendía de la familia T’chao de la dinastía Song. A los pocos meses la familia se mudó a Nantung, al norte de Shanghai y allí recibió una buena educación. Desde pequeño mostró interés por el dibujo y la pintura, algo que su familia apoyó. De hecho, su abuelo le enseñó a dibujar los caracteres del alfabeto chino, base esencial para dominar el arte de la caligrafía y determinante en su estilo.
 
A los 15 años ingresó en la Escuela de Bellas Arte de Hangzhou, donde pasó seis años aprendiendo de maestros chinos y occidentales. Tras graduarse empezó a dar clases como profesor en la escuela (trasladada en 1938 a Chongquing por la invasión japonesa) y también expuso sus obras.
 
En 1946, Vadime Elisseeff, el agregado cultural de la embajada francesa en China, con quien Zao Wou-Ki se reunió en Chongqing, lo instó a ir a París y allí expuso 20 de sus obras en la Exposición de pintores chinos contemporáneos del Museo Cernuschi.
 
En 1948, Zao Wou-Ki, con la bendición de su padre, se mudó a Paris junto con su mujer Lalan para proseguir sus estudios. La pareja se instaló en un pequeño estudio del barrio de Montparnasse, con Alberto Giacometti como vecino. Pronto hizo amistad con el grupo de artistas abstractos: Sam Francis, Joan Mitchell, Jean-Paul Riopelle, Hans Hartung, Pierre Soulages, etc…
 
En 1949, solamente un año después de llegar a París, tuvo su primera exposición individual en la Galerie Creuze y en 1951, a instancias de Henri Michaux, en la Galerie Pierre.
 
Tras conocer la obra de Paul Klee, en 1953 Zao Wou-Ki decidió abandonar su estilo figurativo por uno abstracto: “Se acabaron los bodegones y las flores, aspiro a una nueva escritura imaginaria e indescifrable”.
 
En 1957 expuso en la Galerie de France y en otoño de ese mismo año viajó a Nueva York donde conoció al marchante Samuel Kootz, con quien empezó a exponer en 1959, e hizo amistad con los artistas abstractos de la Escuela de Nueva York:  Franz Kline, Philip Guston, Adolph Gottlieb, Hans Hoffman, etc..
 
Durante los años 60 y 70 expuso su obra en Tokyo, Los Ángeles, San Francisco (una retrospectiva de su obra en el Museo de Arte Moderno en 1968), Montreal y Quebec (ambas retrospectivas). En 1972 su mujer falleció y volvió a China para pasar unos meses y estar con su familia (a la que no veía desde 1948). En 1977 se casó con su segunda mujer, Françoise Marquet.
 
La década de los 80 se considera la de mayor éxito de Zao Wou-Ki, gracias también a sus monumentales trípticos de gran formato. En 1980 tuvo su primera exposición en la Galería Pierre Matisse de Nueva York, ciudad en la que no exponía desde 1965. Más tarde, entre 1981 y 1982, expuso dos grandes trípticos en el Grand Palais de París, que luego viajaron a siete museos de Japón, Hong Kong y Singapore. En 1983 expuso en Taiwan y Pekín y en 1986 un gran tríptico (2,80 x 10 metros) en la Galerie de France, París.
 
La presente obra, firmada y fechada en 1984, es un extraordinario ejemplo del estilo y técnica de Zao Wou-Ki, resultado de varias décadas de exploración dentro de la abstracción.
Cuando Zao llegó a París en 1948, encontró una ciudad que se estaba rehaciendo después de la ocupación alemana y en la que convivían diferentes corrientes artísticas, por un lado, el arte figurativo de la Escuela de París y por otro, la nueva corriente del expresionismo abstracto (llamado en Francia “Art informel”) que vino de Estados Unidos. A diferencia de los abstractos americanos o europeos, Zao aportó sus conocimientos sobre caligrafía para dotar a sus obras de mayor soltura y movimiento. Esto es especialmente visible en acuarelas como esta, en la que Zao cubre el espacio de la composición con múltiples pinceladas de diferentes tamaños, salpicaduras en algunos casos, jugando con la densidad de los pigmentos y aprovechando las cualidades de la técnica de la acuarela, de la que era un maestro.
En esta obra, Zao representa un paisaje montañoso con una parte inferior mucho más densa y dividida en dos partes, la izquierda de tonos ocres y la derecha de tonos verdosos. La parte superior sería el cielo y los tonos son más claros y de menor densidad. Estas tres partes de la composición están bien diferenciadas, pero se integran unas con otras formando un todo.
 
En palabras de Gao Shiming, presidente de la Academia de Arte de China:
Zao fue capaz de moverse libremente entre el objeto y el fenómeno, el ser físico y la imagen, la abstracción y la representación en sus últimos años de una manera que es inalcanzable para la mayoría de los pintores modernos. En sus escasos comentarios públicos, expresó constantemente el deseo de una mayor libertad en sus obras posteriores. Esta libertad no es simplemente la libertad de pintar, sino la libertad de encontrarse a sí mismo en y a través de la propia expresión artística. Por un lado, valoraba “la falta de preparación y la espontaneidad” en la pintura para poder improvisar y entregarse con libertad y compostura. Por otro lado, atribuyó esta libertad a la naturaleza, diciendo: “No pinto paisajes; Pinto la naturaleza”. En la filosofía china, la naturaleza es el camino más esencial: la naturaleza está llena de vida y creaciones. Y la naturaleza es la creación y evolución del gran cosmos mismo, no simplemente una planta, un árbol, una montaña o un río. Desde las montañas y las rocas hasta los árboles y los bosques, todo lo que nos rodea está interconectado. La energía de la vida, o Qi (“气”), está tomando nuevas formas. Una imagen puede estar hecha de cualquier cosa, y fluye sin problemas de la montaña al río y viceversa. Horizontal, vertical y lateralmente, es expansivo, indiviso, ilimitado y sin fin ni límite”. (Gao Shiming: Two Traditions and Two Centuries-Zao Wou-Ki’s Artistic Path and Its Cultural Value, en: https://en.caa.edu.cn/news/1099.html).
 





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