Precio salida
20.000 €
Descripción del lote
MIGUEL CABRERA (Oaxaca, 1710-Ciudad de México, 1768)
Nuestra Señora del Rosario con San Francisco y Santo Domingo de Guzmán
Óleo sobre lienzo. 127 x 97,5 cm.
Firmado: "Migl Cabrera pinx".
Miguel de Cabrera, uno de los pintores más importantes de la Nueva España en el siglo XVIII, destacó tanto por su maestría en la pintura como por su influencia en la configuración de la identidad artística novohispana. Su obra plástica, su tratado en defensa de la Virgen de Guadalupe y su papel en la continuidad de la renovación artística iniciada por los hermanos Rodríguez Juárez hacia 1710, lo consolidan como una figura clave del periodo. Fue un artista prolífico, cuya producción abarcó una amplia variedad de lienzos religiosos que aún hoy se conservan en iglesias, museos y colecciones privadas, testimoniando la riqueza artística de América. A lo largo del tiempo, su extensa obra ha sido altamente valorada y coleccionada por instituciones y coleccionistas de todo el mundo.
La representación de la Virgen del Rosario junto a Santo Domingo y San Francisco en la pintura novohispana tiene un fuerte significado teológico y devocional, vinculado al papel de ambas órdenes religiosas—dominicos y franciscanos—en la propagación del culto mariano en el mundo hispanoamericano. Ambos santos expresaron abiertamente su amor por la Virgen durante su vida. Se dice que, en oración, Santo Domingo de Guzmán tuvo una visión en la que la Virgen le entregaba un rosario como medio para alcanzar la redención.
Este lienzo, firmado por Miguel de Cabrera, refleja su estilo distintivo, caracterizado por líneas firmes y colores cálidos y vibrantes. La composición nos transporta a un ambiente celestial donde la figura de la Virgen María, coronada, se recorta entre nubes y cielo. Viste un hábito rojo y una túnica azul, mientras sostiene con ternura al Niño Jesús. A su derecha, San Domingo recibe el Santo Rosario, mientras que, a su izquierda, San Francisco, arrodillado y mostrando sus estigmas, recibe el rosario de manos del Niño Jesús. La escena está envuelta en un coro angélico, cuyos miembros también portan rosarios, entre cabezas de putti. Destaca la delicada decoración floral de rosas en las Glorias del rosario, separando cada misterio formado por las diez Aves Marías. Fiel a su estilo, Cabrera representó figuras de facciones amables y encarnaciones rosadas, logrando plasmar con sencillez una belleza serena, expresiones variadas y proporciones naturalistas. Fue un maestro en la transmisión de la emoción a través de la pintura.
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