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Descripción del lote
ATRIBUIDO A IGNACIO ARIAS (Madrid, c. 1618-1653)Bodegón con dulces, copas de cristal, vasija de cerámica de Tonalá, olla metálica y bernegal, h. 1640-1652.
Óleo sobre lienzo. 58 x 85,5 cm. PROCEDENCIA: Bernardino de Melgar y Álvarez de Abreu (1863-1942), marqués de Benavite Por descendencia hasta sus actuales propietarios BIBLIOGRAFÍA: Cavestany, Julio, Floreros y bodegones en la pintura española. Cat. exp. Madrid, Palacio de la Biblioteca Nacional, 1936 y 1940, pág. 155, nº 37, lám. 30.I Pérez Sánchez, A. E., Pintura española de bodegones y floreros de 1600 a Goya, Museo del Prado, 1983, p. 97, lám. pág. 97 Cherry, Peter. Arte y naturaleza. El bodegón español en el siglo de oro. Madrid, Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 1999, pp. 236-237 y 536 Portús, Javier (comis.), Lo fingido verdadero. Bodegones españoles de la colección Naseiro adquiridos para el Prado, Cat. exp. Madrid, Museo Nacional del Prado, 2006, pp. 78-79 De Ignacio Arias apenas se conocen datos de su vida. De su producción no mucho más: un Bodegón con besugo, firmado y fechado “Ygnacio Arias 1652”, conocido por una fotografía en blanco y negro del año 1940 y actualmente en paradero desconocido, y un Bodegón con recipientes de cocina y espárragos conservado en el Museo Nacional del Prado (procedente de la colección Naseiro). Para Pérez Sánchez, esos dos lienzos, a pesar de la cierta rigidez y ordenación un tanto arcaica, poseen “una evidente intensidad en la tradición naturalista” (pág. 97). Peter Cherry ve en la obra del Museo del Prado “un estudiado desorden, cuyo formato recuerda a los bodegones de Barrera y Ponce”, donde el pintor “ha distinguido con habilidad entre las calidades de la superficie de los distintos objetos detallados en la pintura” (págs. 236 y 237). Ese mismo espíritu es el que parece estar presente en esta pintura inédita que presentamos. Se trataría probablemente de los distintos objetos que hacían falta para la elaboración de estos dulces, que requerían recipientes con agua caliente, otros templada y otros fría. Es la excusa perfecta para presentar inteligentemente las distintas superficies de objetos de cristal, bronce, cerámica y plata, frente a las de los propios dulces o el agua, realizada de una forma tan peculiar. A la vez, la escalonada composición remite claramente a Van der Hamen mientras el color recuerda tenuemente las obras de Cerezo.
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