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Descripción del lote
FRANCISCO MARTÍNEZ (activo 1717-1758)Virgen de Guadalupe, 1737.
Óleo sobre lienzo. 208,5 x 131,5 cm. Firmada y fechada: “Francus Martínez fat anno 1737”. Bibliografía: Luisa Elena Alcalá, “La obra del pintor novohispano Francisco Martínez”, Anales del Museo de América, nº 7, 1999, 175-187. Toussaint, M., Pintura colonial en México, México D.F., 1990 (1ª ed. 1965) Pese a su exitosa carrera, “la fortuna crítica de Martínez se ha limitado a su faceta como dorador, ignorando casi siempre su vertiente pictórica”, señala la especialista Luisa Elena (pág. 175) pues “tuvo la desdicha de vivir entre dos generaciones repletas de pinceles sobresalientes: la integrada por pintores mayores que él como Cristóbal de Villalpando y los hermanos Juan y Nicolás Rodríguez Juárez, y la de los más jóvenes abanderados por Miguel Cabrera cuya fama ha ensombrecido el conocimiento de otros pintores coetáneos o inmediatamente anteriores a él” (p. 176). Los importantes encargos que realizó a lo largo de su carrera nos muestran que fue un muy pintor demandado y especialmente valorado. Así, en 1743 se encuentra dorando el retablo mayor de la Catedral de México, y en 1747 realizando el túmulo funerario de Felipe V en Guatemala y las arquitecturas efímeras para la jura de Fernando VI en México. Antes de esos encargos vinculados, de alguna manera, al poder político y religioso, había trabajado para la Congregación de San Pedro, “una de las hermandades de mayor prestigio en la capital virreinal” y, en mayor medida, para la Compañía de Jesús. Desde que en 1728 pintase “los arcos efímeros que la Compañía levantó en sus principales iglesias de la capital para celebrar las canonizaciones de san Estanislao de Kostka y san Luis Gonzaga” (p. 179), los encargos se fueron sucediendo: en 1733 pintó una monumental composición como el Patrocinio de la Virgen de la Compañía de Jesús, y en 1736 La muerte de san Luis Gonzaga; en 1738, Martínez y José de Ibarra trabajan en la capilla o relicario de san José, en la iglesia del noviciado de los jesuitas en Tepotzotlán, etc. El inédito lienzo que presentamos aparece firmado en 1737. Francisco Martínez sigue en esta versión la tradicional representación de la Guadalupana, de figura completa y medallones que narran brevemente la historia del indio Juan Diego, al que en 1521 se le aparece la Virgen en repetidas ocasiones en el monte del Tepeyac hasta que le pide la construcción del santuario; para ello debe convencer al obispo Juan de Zumárraga, que no le cree hasta que sucede, en su presencia, el conocido milagro en su tilma. Lo interesante del lienzo es no sólo su calidad, autoría, tamaño y estado de conservación, sino la representación en la parte inferior ya del santuario de Guadalupe en la Ciudad de México; a este nuevo lugar se había trasladado en 1709 la imagen, como recogió Manuel de Arellano en su conocido lienzo.
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