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730. RAFAEL TEGEO DÍAZ (Caravaca de la Cruz, 1798 - Madrid1856)
Retrato de caballero sobre un paisaje
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PINTURA ANTIGUA

NO VENDIDO

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Descripción del lote


RAFAEL TEGEO DÍAZ (Caravaca de la Cruz, 1798 - Madrid1856)
Retrato de caballero sobre un paisaje

Óleo sobre lienzo. 107 x 79 cm.
Con marco en madera tallada y dorada.
Firmado y fechado: "Tegeo, 1845"
 
PROCEDENCIA:
Antigua colección de Fernando D´Estoup
Por herencia a los actuales propietarios
 
 
Rafael Tegeo (1798 - 1856) pintor murciano. En 1816 se instaló en Madrid para comenzar estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En esta, la entonces más importante institución artística de España, Tegeo consiguió ser nombrado Académico y profesor de pintura. En 1846, Isabel II lo nombró pintor de Cámara.
En 1845, Rafael Tegeo firmó los dos cuadros que aquí se presentan de forma inédita. Este tipo de retratos de cónyuges pintados en cuadros separados fue un recurso común del periodo Romántico. Fueron pintados para ser colgados en pendant en alguna estancia privada de la casa. Esta fórmula de retrato doble era muy demandada en esa época, especialmente por la clientela burguesa. Otros retratos pintados por Tegeo, relacionados con estos dos que aquí se presentan, son los del matrimonio Galaup Ordeig (1845), adquiridos en 2018 por el Museo del Romanticismo de Madrid. También existe un especial paralelismo con los retratos de los señores de Aristazábal Ortiz de Medrano (Museo del Prado, c. 1845).  
No obstante, los dos retratos de esta subasta, tienen una importancia especial sobre los mencionados. Tegeo fue aclamado en vida como pintor paisajista. Uno de sus primeros trabajos, con apenas 20 años, fue el de realizar junto con Fernando Brambila una serie de vistas de los Reales Sitios por encargo del rey Fernando VII. El género del paisaje no interesó en España hasta mediados del siglo XIX. Por ello que la historiografía moderna considere a Rafael Tegeo como uno de los precursores del paisajismo en España. Sin embargo, paradójicamente no son muchos los paisajes de Tegeo que han llegado a nuestros días. Del mismo modo, entre los numerosos retratos que pintó, son los menos en los que introduce elementos paisajísticos, lo que evidencia que efectivamente en España este género no interesaba.
Por todo lo anterior, el retrato de este caballero es superior a muchos otros que existen de Tegeo. En este retrato el paisaje habla por sí solo. Ocupa la mitad del cuadro y recibe un protagonismo que deja claro, por la riqueza cromática de los cielos, y la frescura de la luz crepuscular de los campos, que esta vista no es un mero telón de fondo.
Estos dos retratos proceden de la familia D’Estoup[1]. Tradicionalmente se ha identificado a los retratados como Juan Barrio[2] y Patrocinio Jiménez, suegros del murciano Florencio D’Estoup y Garcerán. En cualquier caso nos encontramos ante un señor orgulloso de ir vestido a la moda: levita negra, chaleco blanco y corbata de lazo con alfiler de perla. La chistera y guantes significan que sale o regresa del exterior, quizás de supervisar las tierras que sin ostentosidad se muestran en el fondo.
El posado de la señora es menos extrovertido, como se esperaría en esa época de una mujer correcta. Si él comunica actitud de dominio, la esposa, gobernadora del hogar, reposa en la intimidad de un espacio doméstico, sin más referencia espacial que la moldura de un marco y un dorado sillón de alegre tapicería. Como su marido, ella viste en tonos austeros; pocas y sencillas son las joyas que necesita como aderezo. Tan solo destaca el áspid de oro de inspiración grecolatina que adorna su muñeca izquierda, y que al igual que en la antigüedad, en el siglo XIX era símbolo de eternidad. Pero esta limitación de objetos no es impedimento para que Tegeo demuestre un incomparable dominio técnico cuando se trata de comunicar al espectador lo más variadas y complejas texturas y formas: la seda, el delicado terciopelo, el liviano encaje, la profundidad del negro, la relajada tez, la acogedora calidez de las manos. El pincel de Tegeo concede a la vista, capacidad de sentir la materia sin necesidad de poseerla.
Los marcos llaman la atención por la compleja manufactura de talla dorada y por el singular diseño en estilo neoplateresco.
 
[1] Los D’Estoup, originarios de Francia, se asentaron en Murcia como comerciantes de telas en el siglo XVIII. En el siglo XIX fueron una de las familias más importantes y poderosas de Murcia. En esa centuria, los D’Estoup tuvieron un fuerte compromiso político de signo liberal. José María D’Estoup Cayron formó una importante galería de pintura. Esta pinacoteca pasó a su hijo Florencio D’Estoup y Garcerán. En 1917, Florencio donó 9 pinturas al Museo del Prado. En 1921 heredó la colección su hijo Álvaro D’Estoup y Barrio.
[2] Hermano del cardenal Mariano Barrio Fernández (1804 - 1876), Obispo de Cartagena y senador vitalicio del Reino entre 1860 - 1868.



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