Óleo sobre lienzo. 33,7 x 42 cm.
Procedencia:
Colección particular.
Bibliografía de referencia:
Peter Cherry, Don Juan de Zurbarán, Sevillian Still- Life Painter, Gazette des Beaux- Arts, 132, 1998, págs. 111- 112.
Peter Cherry, Arte y naturaleza. El bodegón español del siglo de Oro, Madrid, 1999, págs. 255- 260.
William B. Jordán, Spanish Still Life in the Golden Age, 1600- 1650, Kimbel Art Museum, 1985, págs. 222- 231.
William B. Jordán y Peter Cherry, El bodegón español de Velázquez a Goya, Londres, 1995, págs. 101-110.
Alfonso Pérez Sánchez, Pintura española de floreros y bodegones de 1600 a Goya, Madrid, 1983, pág. 77.
Peter Cherry, Dos importantes bodegones españoles del siglo XVII, Alcalá Subastas, 2000, 4-9.
Obra inédita procedente de una colección particular que constituye una interesante aportación al corpus pictórico de Juan de Zurbarán y nos confirma el talento y la importancia del pintor dentro de la pintura de bodegones del siglo de Oro español.
Juan, hijo de Francisco de Zurbarán (1598-1664), probablemente inició su formación artística en el taller de su padre. A finales de la década de 1630, ya actúa como un pintor independiente y su primera obra firmada data de 1639, Plato de uvas, conservada en una colección particular de Burdeos. A partir de entonces, hasta su muerte diez años después, se suceden noticias que nos hablan de un artista especializado en el género del bodegón e integrado en el tejido social y profesional de la ciudad. Es considerado un hombre cultivado con inclinaciones literarias que gusta del arte del baile cortés. En 1642 publicó un soneto como prefacio a los Discursos sobre el arte del danzado de Juan de Esquivel. En agosto de 1641, se casó con Mariana de Quadros, hija de Jorge Quadros, abogado de la Real Audiencia de Sevilla, que aportó al matrimonio una dote considerable. En 1644, Juan firmó un contrato para pintar las dos únicas obras de pintura religiosa documentadas, los Milagros de la Virgen del Rosario para decorar la confraternidad dominica de Carmona. Murió en 1649 a causa de la epidemia de la peste bubónica que redujo a la mitad la población de Sevilla. El renombre de Juan de Zurbarán como bodegonista de la época está reflejado en el hecho de que sus obras se citan en al menos un inventario de una colección sevillana de la época. Se trata del inventario de 1654, realizado a la muerte de Joseph Belero, abogado y librero sevillano, en el que figuran cuatro bodegones con fruteros y un bodegón de perdices “de mano de Zurbarán”.
La temprana muerte de Juan de Zurbarán con 29 años nos sitúa su producción artística entre los años de 1639 y 1649. A pesar de su corta carrera, Juan supo desarrollar una personalidad pictórica distinta a su padre Francisco y convertirse en un pintor notable en la historia de la naturaleza muerta española del siglo XVII. Es bastante limitado el número de obras que se le atribuyen y, dada la escasez de su producción, así como la excelencia de sus lienzos sus obras son de las más buscadas entre los coleccionistas de todos los tiempos.
Podemos apreciar en su producción una doble tipología: los bodegones con cesta de mimbre y los bodegones de frutas sobre platos de peltre de pequeño formato. De la primera vertiente probablemente inspirada en la técnica de su padre, Francisco de Zurbarán, al que pudo ver pintar en 1633, el Bodegón con cesta de naranjas, conservado en Pasadena, Norton Simon, Foundation; se conocen de la mano de Juan el Bodegón con cesta de manzanas y membrillos en el Museo Nacional d´Art de Catalunya y el Bodegón con cesta de frutas, granadas y flores de la antigua colección de Varez Fisa. De la segunda, destacamos su Plato de uvas, óleo sobre cobre, 28 x 36 cm, firmada y fechada en 1639 conservado en una colección particular de Burdeos, Bodegón con plato de frutas y jilguero, óleo sobre lienzo, 40 x 57 cm, en el Museu Nacional d´Art de Catalunya, Bodegón con membrillos, uvas, higos y ciruelas, óleo sobre lienzo, 33,5 x 47 cm, en una colección particular, el Bodegón de limones, óleo sobre lienzo, 36,1 x 50,3 cm, subastado en esta sala; hoy en la Real Academia de San Fernando. Otras obras firmadas y fechadas en la primera década de 1640, son: Bodegón con servicio de chocolate (Kiev, Museo de Arte Occidental y Oriental) pintado en 1640, el Bodegón con cesta de frutas y cardos (Mänta, Finlandia, Gösta Serlachius Fine Arts Fondation de 1643 y el Bodegón con granadas y uvas (Museo Nacional del Prado).
La obra que presentamos, Plato de manzanas y pera nos muestra la intimidad, solidez estructural, la capacidad descriptiva y el gusto por los detalles elegantes y exquisitos de Juan de Zurbarán. Sobre su habitual fondo negro oscuro el pintor nos sitúa en un primer término una pera, rompiendo la simetría estructural de la composición. En un segundo plano y en el centro de la composición un conjunto de cinco manzanas sobre un plato de peltre, dispuestas en tamaño real y bajo un punto de vista bajo. Tanto la pera como las manzanas están dibujadas con nítidos perfiles y es magnífico el tratamiento de la luz que incide por el lateral izquierdo y se refleja sobre cada una de las frutas dirigiendo sucesivamente la mirada del espectador de un objeto a otro, centrándonos en el motivo principal el plato de peltre con manzanas. Es claro el fuerte contraste de luces y sombras, que tanto dominó Juan en sus composiciones, destacando los pequeños puntos de luz conseguidos con breves manchones en pigmento blanco sobre la pera y las manzanas, las zonas de contraluz y los toques en ocre y gradaciones en amarillo que materializan la realidad de las frutas, las moldean y dan volumen. En el plato de peltre, apreciamos la manera de pintar del pintor con sus claros reflejos en el borde sobre el que se proyecta las sombras de las manzanas, así como en el tratamiento de las hojas con un juego en distintas tonalidades de verde (claros, oscuros y dorados) definiendo el fuerte contraste de luces y sombras tan propios de su estilo. Por último, destacar, el tratamiento de puntos en amarillo que definen la luz dorada de los perfiles de las hojas y las venas centrales de las mismas.
El estudio técnico por radiografía, nos confirma el magnífico estado de conservación de la obra, pintado sobre un lienzo que presenta sus dimensiones originales inalterables y nos muestra una composición que se establece con la seguridad y confianza del pintor. Se puede apreciar una leve variación en los contornos de la manzana del extremo derecho.
Como ya Peter Cherry, describió en el 2000 y que hoy podemos reescribir para este bodegón: “Zurbarán ha observado un relativamente simple arreglo de frutas puesto bajo una luz de día dirigida de una ventana en parte abierta hacia un oscuro rincón de taller. La pintura responde al reto del bodegón del siglo XVII, que se concebía como una “imitación del natural”, en lenguaje artístico de la época, y una “copia” de lo que tenía delante de sus ojos el pintor. Pero la obra ofrece más de una realidad simplemente observada y Zurbarán ha transformado su tema naturalista en una experiencia visual realmente sorprendente y memorable. El aislamiento y enfoque exclusivo sobre el motivo, su luz dramática y misteriosa, la insistente ilusión de volumen de las frutas, vistos tan de cerca y de forma tan monumentales, hace que este encuentro tenga poco que ver con el trato de las manzanas y pera de la vida cotidiana. Sin embargo, como Juan de Zurbarán y sus coleccionistas sabían, no son frutas lo que admiramos sino las habilidades artísticas del autor en recrearlos sobre el lienzo y transformar humildes objetos naturales en una maravillosa obra de arte”. (Ver: Peter Cherry, Dos importantes bodegones españoles del siglo XVII, Alcalá Subastas, 2000, 4-9).
Esta obra se acompaña del estudio técnico y analítico realizado por Icono I&R.
Otro lienzo de Juan de Zurbarán Bodegón de limones fue subastado en nuestra sala el 29 de noviembre del 2000.
Agradecemos al Dr. Peter Cherry la confirmación de la autoría de la obra a partir de su estudio físico y del estudio técnico, analítico y por radiografía realizado por Icono I&R.