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981. Pedro de Mena (Granada 1628 - Málaga 1688)San Pedro de AlcántaraEscultura en madera tallada, policromada y ojos de pasta vítrea.Hacia 1669-1688..

Altura: 68 cm Pedro de Mena, uno de los grandes escultores del Siglo de Oro español, consagró un importante número de obras al santo franciscano San Pedro de Alcántara, hasta el punto de definir un modelo iconográfico que alcanzó especial difusión a partir de su canonización en 1669 con la propagación de su culto y devoción en España. Esta escultura inédita que ahora se presenta, supone una interesante aportación al catálogo de obras realizadas en el taller de este maestro, entre las que se distinguen dos grandes grupos: las representaciones del santo con el hábito franciscano y aquellas en las que además porta sobre él la capa -como en este caso- . El santo se representa en un momento de revelación divina, con la mano derecha elevada (en la que llevaría una pluma, hoy perdida) en actitud de escribir sobre el libro que sostiene en su mano izquierda. El tratamiento e interpretación del rostro, de gran realismo y fuerte expresividad, se refleja en la detallada ejecución de las arrugas de la frente y el cuello, siguiendo las indicaciones de Santa Teresa de Jesús, quien lo describe en sus escritos como hombre de edad avanzada, tremendamente delgado y que realizaba extraordinarias vigilias. Ese modelo ascético, que se completa con la desnudez de sus pies, fue promovido especialmente por su congregación de frailes descalzos o alcantarinos, pues ejemplificada a la perfección la idea de austeridad que defendían quienes pretendían alcanzar el más puro espíritu de la regla de San Francisco. El afán realista se confirma también en la ejecución natural del cordón franciscano o en la cuidada ejecución de las manos, en las que el escultor ha dado muestras de su detallado virtuosismo técnico, definiendo venas y arrugas, efecto al que ayuda también la policromía. Pedro de Mena solía introducir diferentes matices en sus obras de idéntica iconografía, ya fuera en el tamaño o en la interpretación del rostro, o en las variantes iconográficas, tal y como se apuntaba. Muy similar a este ejemplar es la versión conservada en el Museo Nacional de Arte de Cataluña de Barcelona, que coincide tanto en la concepción general de la figura como en el tratamiento de los pliegues simétricos y esquemáticos, aunque el tipo ascético del rostro es más fiel al San Pedro de Alcántara conservado en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, procedente de la colección de de la marquesa de Villadarias. La escultura procede de la localidad cordobesa de Montilla, para la que sabemos también trabajó Pedro de Mena, precisamente en dos obras de la misma iconografía, conservadas en la Iglesia de Santiago y el convento de Santa Clara. 1 Véase al respecto Romero Torres, José Luis., “San Pedro de Alcántara” en Xavier Bray y Romero Torres, Pedro de Mena. The Spanish Bernini, Madrid, Coll & Cortés Collection, 2014, pp. 154-155.

Precio salida

65.000 €

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Altura: 68 cm Pedro de Mena, uno de los grandes escultores del Siglo de Oro español, consagró un importante número de obras al santo franciscano San Pedro de Alcántara, hasta el punto de definir un modelo iconográfico que alcanzó especial difusión a partir de su canonización en 1669 con la propagación de su culto y devoción en España. Esta escultura inédita que ahora se presenta, supone una interesante aportación al catálogo de obras realizadas en el taller de este maestro, entre las que se distinguen dos grandes grupos: las representaciones del santo con el hábito franciscano y aquellas en las que además porta sobre él la capa -como en este caso- . El santo se representa en un momento de revelación divina, con la mano derecha elevada (en la que llevaría una pluma, hoy perdida) en actitud de escribir sobre el libro que sostiene en su mano izquierda. El tratamiento e interpretación del rostro, de gran realismo y fuerte expresividad, se refleja en la detallada ejecución de las arrugas de la frente y el cuello, siguiendo las indicaciones de Santa Teresa de Jesús, quien lo describe en sus escritos como hombre de edad avanzada, tremendamente delgado y que realizaba extraordinarias vigilias. Ese modelo ascético, que se completa con la desnudez de sus pies, fue promovido especialmente por su congregación de frailes descalzos o alcantarinos, pues ejemplificada a la perfección la idea de austeridad que defendían quienes pretendían alcanzar el más puro espíritu de la regla de San Francisco. El afán realista se confirma también en la ejecución natural del cordón franciscano o en la cuidada ejecución de las manos, en las que el escultor ha dado muestras de su detallado virtuosismo técnico, definiendo venas y arrugas, efecto al que ayuda también la policromía. Pedro de Mena solía introducir diferentes matices en sus obras de idéntica iconografía, ya fuera en el tamaño o en la interpretación del rostro, o en las variantes iconográficas, tal y como se apuntaba. Muy similar a este ejemplar es la versión conservada en el Museo Nacional de Arte de Cataluña de Barcelona, que coincide tanto en la concepción general de la figura como en el tratamiento de los pliegues simétricos y esquemáticos, aunque el tipo ascético del rostro es más fiel al San Pedro de Alcántara conservado en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, procedente de la colección de de la marquesa de Villadarias. La escultura procede de la localidad cordobesa de Montilla, para la que sabemos también trabajó Pedro de Mena, precisamente en dos obras de la misma iconografía, conservadas en la Iglesia de Santiago y el convento de Santa Clara. 1 Véase al respecto Romero Torres, José Luis., “San Pedro de Alcántara” en Xavier Bray y Romero Torres, Pedro de Mena. The Spanish Bernini, Madrid, Coll & Cortés Collection, 2014, pp. 154-155.

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