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1010. VIRREINATO DE NUEVA GRANADA, PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVIIIRetrato de caballero con cruz de la Orden de Santiago

Óleo sobre lienzo. 203 x 154 cm.
Al dorso con etiqueta de la Junta Delegada de Incautación con número de inventario “125”.
Con espléndido marco en madera tallada, policromada y dorada, de la primera mitad del siglo XVIII.
 
PROCEDENCIA:
Condesa Viuda de Cartago y por descendencia familiar a los actuales propietarios.
 
BIBLIOGRAFÍA:
Fernando de la Guarda, Revista Hidalguía, Revista de Genealogía, nobleza y armas, Madrid, Julio -Agosto, 1956, nº 17, pág 297.
 
La cartela de este retrato, de época posterior, lo identifica como Don Eugenio Alvarado y Perales, I Marqués de Tabalosos y Conde de Cartago, Caballero de la Orden de Santiago y Capitán General de Popayán (1715/1780). La identificación del personaje parece improbable por cuanto el personaje retratado, su atuendo y ropaje, lo sitúan h. 1680 y 1730, lo que nos induce a que el retratado fuera Eugenio Fernández de Alvarado y Colomo, Conde de Cartago (1668- 1723), Caballero de la Orden de Santiago y Capitán General de Popayán, Maestre de Campo de la Plaza de El Callao, entre 1712-1718.
 
El retrato sigue los parámetros de la nobleza criolla. Con escudo heráldico en la parte superior, aparece retratado de cuerpo entero con peto, casaca y espada. A la izquierda bajo el cortinaje se perciben varios elementos que hablan de su condición social y cultural: un reloj, una brújula, un indígena semioculto bajo la mesa -a modo de atlante, parece-, y un perro. La parte derecha, en cambio, muestra dos escenas: la superior, una batalla naval, quizá con la armada española, y la inferior, donde parece percibirse, junto a distintos militares y un paje que sujeta su caballo -vestidos al modo de la época-, el edificio de la catedral de Popayán.
Conviene recordar, por último, que gracias al auge minero y comercial, esta ciudad colombiana de Popayán fue una de las ciudades más importantes del Virreinato de Nueva Granada; la única junto con Santafé, la capital del Virreinato, que tuvo Casa de la Moneda propia.
 
Agradecemos al Sr. D. Jaime Salazar y Acha, de la Real Academia de la Historia, su ayuda en la catalogación de este lote.
 
Nota de la Revista Hidalguía del año 1956
 
La Revista Hidalguía del año 1956, identifica al retratado como Eugenio Fernández de Alvarado y Colomo (Madrid, 1678- Lima 1723). “La leyenda del retrato suyo que publicamos, notoriamente posterior a la ejecución del resto de la pintura, contiene errores en el segundo apellido don Eugenio (Hurtado de Mendoza por Colomo) y confunde los títulos al hacerlo Marqués de Tabalosos y Conde de Cartago, dignidades que llevo su hijo, de igual nombre, quien si vivía en 1760.
 
El atuendo del personaje, el nombrarle como caballero de Santiago y Capitán General de Popayán y las armas grabadas en el ángulo superior izquierdo de la tela, revelan que ella representa a don Eugenio Fernández Alvarado y Colomo y no a su hijo, de quien existen otros retratos”.

Precio salida

24.000 €

VENDIDO POR

24.000 €
VENDIDO
1010. VIRREINATO DE NUEVA GRANADA, PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVIIIRetrato de caballero con cruz de la Orden de Santiago

Óleo sobre lienzo. 203 x 154 cm.
Al dorso con etiqueta de la Junta Delegada de Incautación con número de inventario “125”.
Con espléndido marco en madera tallada, policromada y dorada, de la primera mitad del siglo XVIII.
 
PROCEDENCIA:
Condesa Viuda de Cartago y por descendencia familiar a los actuales propietarios.
 
BIBLIOGRAFÍA:
Fernando de la Guarda, Revista Hidalguía, Revista de Genealogía, nobleza y armas, Madrid, Julio -Agosto, 1956, nº 17, pág 297.
 
La cartela de este retrato, de época posterior, lo identifica como Don Eugenio Alvarado y Perales, I Marqués de Tabalosos y Conde de Cartago, Caballero de la Orden de Santiago y Capitán General de Popayán (1715/1780). La identificación del personaje parece improbable por cuanto el personaje retratado, su atuendo y ropaje, lo sitúan h. 1680 y 1730, lo que nos induce a que el retratado fuera Eugenio Fernández de Alvarado y Colomo, Conde de Cartago (1668- 1723), Caballero de la Orden de Santiago y Capitán General de Popayán, Maestre de Campo de la Plaza de El Callao, entre 1712-1718.
 
El retrato sigue los parámetros de la nobleza criolla. Con escudo heráldico en la parte superior, aparece retratado de cuerpo entero con peto, casaca y espada. A la izquierda bajo el cortinaje se perciben varios elementos que hablan de su condición social y cultural: un reloj, una brújula, un indígena semioculto bajo la mesa -a modo de atlante, parece-, y un perro. La parte derecha, en cambio, muestra dos escenas: la superior, una batalla naval, quizá con la armada española, y la inferior, donde parece percibirse, junto a distintos militares y un paje que sujeta su caballo -vestidos al modo de la época-, el edificio de la catedral de Popayán.
Conviene recordar, por último, que gracias al auge minero y comercial, esta ciudad colombiana de Popayán fue una de las ciudades más importantes del Virreinato de Nueva Granada; la única junto con Santafé, la capital del Virreinato, que tuvo Casa de la Moneda propia.
 
Agradecemos al Sr. D. Jaime Salazar y Acha, de la Real Academia de la Historia, su ayuda en la catalogación de este lote.
 
Nota de la Revista Hidalguía del año 1956
 
La Revista Hidalguía del año 1956, identifica al retratado como Eugenio Fernández de Alvarado y Colomo (Madrid, 1678- Lima 1723). “La leyenda del retrato suyo que publicamos, notoriamente posterior a la ejecución del resto de la pintura, contiene errores en el segundo apellido don Eugenio (Hurtado de Mendoza por Colomo) y confunde los títulos al hacerlo Marqués de Tabalosos y Conde de Cartago, dignidades que llevo su hijo, de igual nombre, quien si vivía en 1760.
 
El atuendo del personaje, el nombrarle como caballero de Santiago y Capitán General de Popayán y las armas grabadas en el ángulo superior izquierdo de la tela, revelan que ella representa a don Eugenio Fernández Alvarado y Colomo y no a su hijo, de quien existen otros retratos”.

Precio salida: 24.000 €

VENDIDO POR: 24.000 €

1013. ESCUELA CUZQUEÑA O PERÚ, SIGLO XVIIICoronación de la Virgen

Óleo sobre lienzo. 110 x 86 cm.
Sin marco.
 
La coronación de la Virgen es una secuencia dentro del ciclo de la vida de la Virgen. Según los textos apócrifos, la vida de María terminó en Jerusalén, rodeada de los Apóstoles y en su propia casa y habiendo cumplido su misión de vida, la Madre de Dios fue asumida, en cuerpo y alma, al cielo donde fue coronada por Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Durante la Edad Media con motivo de la edificación de las catedrales en toda Europa, la devoción de la Virgen María fue en aumento y proliferaron las representaciones de la Virgen como Madre de Dios, Madre de la Humanidad y Reina del cielo. Fue uno de los temas preferidos de pintores y escultores a lo largo de los siglos, que encontraron su auge durante la Contrarreforma como símbolo de la Iglesia y lucha contra la herejía. Sus representaciones influyeron notablemente entre los artistas nativos de las colonias españolas como Cuzco, Lima y Perú.
 
En el centro de esta composición, La Virgen María Inmaculada, resplandeciente en su gloria. Vestida con túnica blanca y manto azul y rojo. Ambos ricamente embellecidos con motivos dorados simulando brocados y bordados, tan característicos de la pintura cuzqueña. La rodean, querubines y los símbolos tradicionales de la letanía lauretana: “speculum sine macula, palma in cades, turris davídica”. Arriba, una pareja de ángeles portadores de lirios, confirman su virtud y santidad, coronándola como Reina del Cielo.
 

Precio salida

24.000 €

1013. ESCUELA CUZQUEÑA O PERÚ, SIGLO XVIIICoronación de la Virgen

Óleo sobre lienzo. 110 x 86 cm.
Sin marco.
 
La coronación de la Virgen es una secuencia dentro del ciclo de la vida de la Virgen. Según los textos apócrifos, la vida de María terminó en Jerusalén, rodeada de los Apóstoles y en su propia casa y habiendo cumplido su misión de vida, la Madre de Dios fue asumida, en cuerpo y alma, al cielo donde fue coronada por Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Durante la Edad Media con motivo de la edificación de las catedrales en toda Europa, la devoción de la Virgen María fue en aumento y proliferaron las representaciones de la Virgen como Madre de Dios, Madre de la Humanidad y Reina del cielo. Fue uno de los temas preferidos de pintores y escultores a lo largo de los siglos, que encontraron su auge durante la Contrarreforma como símbolo de la Iglesia y lucha contra la herejía. Sus representaciones influyeron notablemente entre los artistas nativos de las colonias españolas como Cuzco, Lima y Perú.
 
En el centro de esta composición, La Virgen María Inmaculada, resplandeciente en su gloria. Vestida con túnica blanca y manto azul y rojo. Ambos ricamente embellecidos con motivos dorados simulando brocados y bordados, tan característicos de la pintura cuzqueña. La rodean, querubines y los símbolos tradicionales de la letanía lauretana: “speculum sine macula, palma in cades, turris davídica”. Arriba, una pareja de ángeles portadores de lirios, confirman su virtud y santidad, coronándola como Reina del Cielo.
 

Precio salida: 24.000 €

VENDIDO
1016. JOSÉ RODRÍGUEZ CARNERO (México, 1649-1725)La lactación de San Cayetano

Óleo sobre lienzo. 185 x 110 cm.
Firmado: "Carnero, ft".
 
José Rodríguez Canero, nació en México en 1649, fue hijo del también pintor Nicolás Rodríguez Carnero y Catarina de Sena. En 1684, abandonó la ciudad de México para establecerse definitivamente en Puebla, lugar en el que lleva a cabo la mayor parte de su producción artística. Murió, en 1726, a los 76 años de edad.
 
La escena de la lactación de un Santo, fue un tema iconográfico configurado a partir de la una escena narrada en la vida de San Bernardo de Claraval. Durante el siglo XVI, los dominicos comenzaron a representar a su santo fundador en la misma situación y cuya iconografía tuvo gran difusión en el barroco español y americano. Carnero, nos presenta a San Cayetano con hábito dominico, sostenido por dos ángeles, en disposición de recibir la leche de la Virgen como alimento espiritual. Desde el punto de vista compositivo, se puede relacionar Lactación de San Cayetano del pintor poblano Juan Tinoco (conservada en el Museo de Frans Mayer), con la que existen ciertas variantes. En la obra que presentamos, queda “anulado” quizás por un motivo de censura del comitente de la obra o del propio pintor, el momento en el que sale la leche del pecho de la Virgen. Desde el punto de vista estilístico, se puede relacionar con la Virgen Inmaculada y la ciudad de Dios conservada en el Museo Regional de Puebla.
 
Otras obras de Carnero, Sueño de San José en el Museo Nacional del Virreinato de Tepotzotlán, un retrato de Palafox y del arzobispo del México Fray Marcos Ramírez de Prado conservado en la catedral metropolitana, una Virgen de Guadalupe en la sacristía de la Parroquia de San Agustín Tlaxco, en Tlaxcala. Por último, destacar los nueve grandes lienzos que decoran la nave, crucero y cabecera de la capilla del Rosario del Templo de Santo Domingo.
 

Precio salida

6.000 €

VENDIDO POR

6.000 €
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1016. JOSÉ RODRÍGUEZ CARNERO (México, 1649-1725)La lactación de San Cayetano

Óleo sobre lienzo. 185 x 110 cm.
Firmado: "Carnero, ft".
 
José Rodríguez Canero, nació en México en 1649, fue hijo del también pintor Nicolás Rodríguez Carnero y Catarina de Sena. En 1684, abandonó la ciudad de México para establecerse definitivamente en Puebla, lugar en el que lleva a cabo la mayor parte de su producción artística. Murió, en 1726, a los 76 años de edad.
 
La escena de la lactación de un Santo, fue un tema iconográfico configurado a partir de la una escena narrada en la vida de San Bernardo de Claraval. Durante el siglo XVI, los dominicos comenzaron a representar a su santo fundador en la misma situación y cuya iconografía tuvo gran difusión en el barroco español y americano. Carnero, nos presenta a San Cayetano con hábito dominico, sostenido por dos ángeles, en disposición de recibir la leche de la Virgen como alimento espiritual. Desde el punto de vista compositivo, se puede relacionar Lactación de San Cayetano del pintor poblano Juan Tinoco (conservada en el Museo de Frans Mayer), con la que existen ciertas variantes. En la obra que presentamos, queda “anulado” quizás por un motivo de censura del comitente de la obra o del propio pintor, el momento en el que sale la leche del pecho de la Virgen. Desde el punto de vista estilístico, se puede relacionar con la Virgen Inmaculada y la ciudad de Dios conservada en el Museo Regional de Puebla.
 
Otras obras de Carnero, Sueño de San José en el Museo Nacional del Virreinato de Tepotzotlán, un retrato de Palafox y del arzobispo del México Fray Marcos Ramírez de Prado conservado en la catedral metropolitana, una Virgen de Guadalupe en la sacristía de la Parroquia de San Agustín Tlaxco, en Tlaxcala. Por último, destacar los nueve grandes lienzos que decoran la nave, crucero y cabecera de la capilla del Rosario del Templo de Santo Domingo.
 

Precio salida: 6.000 €

VENDIDO POR: 6.000 €

1017. ESCUELA MEXICANA, H. 1700Virgen de Guadalupe con flores y ángeles y una vista la ciudad de México con la Basílica Guadalupe en el Cerro de Tepeyac

Óleo sobre lienzo (en su tela original). 125,5 x 93,5 cm.
Con marco romano de finales del siglo XVII.
 
PROCEDENCIA:
Aquirido por Joan Bennassar Fontiroig por herencia de su abuela, Catalina Fontirroig Costa. Catalina, lo recibió en herencia de un pariente dominico, que lo recuperó cuando se destruyó el Convento de los Dominicos de Palma.
 
Tanto Bennasser como los Fontirroig fueron dos de las familias nobles de Mallorca durante siglos. En ambas, se encontramos figuras de alcanzaron importantes puestos militares como eclesiásticos en la Orden de los Dominicos.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
 
Gran enciclopedia de Mallorca. 1914, pág. 76-78 y 201-202.
José María Bover. Nobiliario mallorquín.
Francisco Montes González, "Sevilla guadalupana. Arte, historia y devoción", 2019, pág. 90-91, 147, 200-209.
María Pilar Sastre Alzamora.El desaparecido convento de Santo Domingo de Palma. Ensayo de sistematización de su patrimonio histórico-artístico.
 
La devoción de la Virgen de Guadalupe, surgió en el momento que se conoció el relato de su milagrosa aparición en la colina de Tepeyac al campesino Juan Diego. Es un potente símbolo cultural y religioso, no sólo en México sino en toda América Latina y Filipinas, convirtiéndose en un instrumento devoción, fuente de inspiración para artistas, poetas y escritores a lo largo de los siglos.
En el centro de la composición, La Virgen de Guadalupe con las manos juntas en oración, cabeza inclinada, ojos bajos y tez oscura. Viste un manto azul tachonado de estrellas con los bordes dorados y túnica con adornos dorados, se alza sobre una media luna, símbolo de castidad. Un ángel con los brazos abiertos la mantiene en lo alto. La rodean un halo dorado y una cascada de flores, completan la composición un conjunto de ángeles danzantes. Las flores, hacen referencia, al milagro de la tilma de Juan Diego. En la parte inferior, inserto en una cartela en rocalla, la vista del cerro de Tepeyac y sus alrededores donde tuvo lugar la aparición de la Virgen a Juan Diego.
La tipología de esta Guadalupana, responde a la composición clásica que el pintor Juan de Correa, que proliferó de forma abundante en el comercio artístico transatlántico durante el segundo tercio del siglo XVII.
A relacionar con la Virgen de Guadalupe, atribuida a Manuel de Arellano, conservada en la Iglesia de San Felipe Neri de Palma, con la que se aprecian varias variantes, y que conserva el mismo marco que la obra que presentamos. En la misma iglesia, otra pintura de la Virgen de Guadalupe firmada por Miguel Correa, h. 1714. Manuel de Arellano, estuvo al frente de un importante taller en colaboración con su padre Antonio, entre los años 1692 y 1721. Aportó, nuevas soluciones estéticas al prototipo de Guadalupana creada por Correa, como los ojos almendrados y entreabiertos de la Virgen, su sonrisa simulada, los angelotes danzantes con tipos anatómicos algo grotescos, así como el abundante entorno floral, limítrofe a la mandorla de nubes. No descartamos la posibilidad que la obra pudiera estar pintada por uno de los aprendices del taller de Arellano, Antonio de Santillan o Juan Antonio Tamayo y Santoyo.
 

Precio salida

20.000 €

NO VENDIDO

1017. ESCUELA MEXICANA, H. 1700Virgen de Guadalupe con flores y ángeles y una vista la ciudad de México con la Basílica Guadalupe en el Cerro de Tepeyac

Óleo sobre lienzo (en su tela original). 125,5 x 93,5 cm.
Con marco romano de finales del siglo XVII.
 
PROCEDENCIA:
Aquirido por Joan Bennassar Fontiroig por herencia de su abuela, Catalina Fontirroig Costa. Catalina, lo recibió en herencia de un pariente dominico, que lo recuperó cuando se destruyó el Convento de los Dominicos de Palma.
 
Tanto Bennasser como los Fontirroig fueron dos de las familias nobles de Mallorca durante siglos. En ambas, se encontramos figuras de alcanzaron importantes puestos militares como eclesiásticos en la Orden de los Dominicos.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
 
Gran enciclopedia de Mallorca. 1914, pág. 76-78 y 201-202.
José María Bover. Nobiliario mallorquín.
Francisco Montes González, "Sevilla guadalupana. Arte, historia y devoción", 2019, pág. 90-91, 147, 200-209.
María Pilar Sastre Alzamora.El desaparecido convento de Santo Domingo de Palma. Ensayo de sistematización de su patrimonio histórico-artístico.
 
La devoción de la Virgen de Guadalupe, surgió en el momento que se conoció el relato de su milagrosa aparición en la colina de Tepeyac al campesino Juan Diego. Es un potente símbolo cultural y religioso, no sólo en México sino en toda América Latina y Filipinas, convirtiéndose en un instrumento devoción, fuente de inspiración para artistas, poetas y escritores a lo largo de los siglos.
En el centro de la composición, La Virgen de Guadalupe con las manos juntas en oración, cabeza inclinada, ojos bajos y tez oscura. Viste un manto azul tachonado de estrellas con los bordes dorados y túnica con adornos dorados, se alza sobre una media luna, símbolo de castidad. Un ángel con los brazos abiertos la mantiene en lo alto. La rodean un halo dorado y una cascada de flores, completan la composición un conjunto de ángeles danzantes. Las flores, hacen referencia, al milagro de la tilma de Juan Diego. En la parte inferior, inserto en una cartela en rocalla, la vista del cerro de Tepeyac y sus alrededores donde tuvo lugar la aparición de la Virgen a Juan Diego.
La tipología de esta Guadalupana, responde a la composición clásica que el pintor Juan de Correa, que proliferó de forma abundante en el comercio artístico transatlántico durante el segundo tercio del siglo XVII.
A relacionar con la Virgen de Guadalupe, atribuida a Manuel de Arellano, conservada en la Iglesia de San Felipe Neri de Palma, con la que se aprecian varias variantes, y que conserva el mismo marco que la obra que presentamos. En la misma iglesia, otra pintura de la Virgen de Guadalupe firmada por Miguel Correa, h. 1714. Manuel de Arellano, estuvo al frente de un importante taller en colaboración con su padre Antonio, entre los años 1692 y 1721. Aportó, nuevas soluciones estéticas al prototipo de Guadalupana creada por Correa, como los ojos almendrados y entreabiertos de la Virgen, su sonrisa simulada, los angelotes danzantes con tipos anatómicos algo grotescos, así como el abundante entorno floral, limítrofe a la mandorla de nubes. No descartamos la posibilidad que la obra pudiera estar pintada por uno de los aprendices del taller de Arellano, Antonio de Santillan o Juan Antonio Tamayo y Santoyo.
 

Precio salida: 20.000 €

NO VENDIDO

VENDIDO
1020. FRANCISCO MARTÍNEZ (activo 1717-1758)Asunción de la Virgen, Jesús ante los Doctores, Nacimiento de la Virgen, Anunciación, Vistiación y Huída a Egipto

Seis óleos sobre cobre. 30 x 42 cm.
Uno firmado: "Francus Martinez ft.
 
Francisco Martínez, fue un artista dotado, pintor, tallista, dorador que alcanzó un éxito considerable gracias a su versatilidad y al carácter decorativo de su estilo. Dominó la pintura novohispana de la década de 1717 y 1755, momento de intensa actividad y significativos cambios artísticos en la capital de Nueva España. Como señala la especialista Luisa Elena (pág. 175) “tuvo la desdicha de vivir entre dos generaciones repletas de pinceles sobresalientes: la integrada por pintores mayores que él como Cristóbal de Villalpando y los hermanos Juan y Nicolás Rodríguez Juárez, y la de los más jóvenes abanderados por Miguel Cabrera cuya fama ha ensombrecido el conocimiento de otros pintores coetáneos o inmediatamente anteriores a él” (p. 176). Fue apreciado por algunas instituciones como retratista y para crear construcciones efímeras para las fiestas públicas, destacando las realizadas para la jura de Fernando VI en México (1747), el tumulto funerario de Felipe V erigido en Guatemala y los arcos efímeros que la Compañía de Jesús levantó en las principales iglesias de la capital para celebrar las canonizaciones de San Estanislao Kostka y San Luis Gonzaga. Se le adjudicó el dorado del Altar Mayor de la Catedral de México en 1743. Fue larga su relación con los jesuitas y numerosos los encargos que recibió de la Compañía de Jesús. Son numerosos los retratos y las obras de carácter devocional conservados.
 
Importante e inédita serie de seis cobres, uno de ellos firmado, dedicados al ciclo de la Vida de la Virgen que narran los momentos más importantes de su vida. Hasta ahora, conservados en una colección particular, fueron quizás un encargo privado con fines devocionales. Son una manifestación del espíritu dulce, apacible propios del estilo de Martínez.

Precio salida

12.000 €

VENDIDO POR

18.000 €
VENDIDO
1020. FRANCISCO MARTÍNEZ (activo 1717-1758)Asunción de la Virgen, Jesús ante los Doctores, Nacimiento de la Virgen, Anunciación, Vistiación y Huída a Egipto

Seis óleos sobre cobre. 30 x 42 cm.
Uno firmado: "Francus Martinez ft.
 
Francisco Martínez, fue un artista dotado, pintor, tallista, dorador que alcanzó un éxito considerable gracias a su versatilidad y al carácter decorativo de su estilo. Dominó la pintura novohispana de la década de 1717 y 1755, momento de intensa actividad y significativos cambios artísticos en la capital de Nueva España. Como señala la especialista Luisa Elena (pág. 175) “tuvo la desdicha de vivir entre dos generaciones repletas de pinceles sobresalientes: la integrada por pintores mayores que él como Cristóbal de Villalpando y los hermanos Juan y Nicolás Rodríguez Juárez, y la de los más jóvenes abanderados por Miguel Cabrera cuya fama ha ensombrecido el conocimiento de otros pintores coetáneos o inmediatamente anteriores a él” (p. 176). Fue apreciado por algunas instituciones como retratista y para crear construcciones efímeras para las fiestas públicas, destacando las realizadas para la jura de Fernando VI en México (1747), el tumulto funerario de Felipe V erigido en Guatemala y los arcos efímeros que la Compañía de Jesús levantó en las principales iglesias de la capital para celebrar las canonizaciones de San Estanislao Kostka y San Luis Gonzaga. Se le adjudicó el dorado del Altar Mayor de la Catedral de México en 1743. Fue larga su relación con los jesuitas y numerosos los encargos que recibió de la Compañía de Jesús. Son numerosos los retratos y las obras de carácter devocional conservados.
 
Importante e inédita serie de seis cobres, uno de ellos firmado, dedicados al ciclo de la Vida de la Virgen que narran los momentos más importantes de su vida. Hasta ahora, conservados en una colección particular, fueron quizás un encargo privado con fines devocionales. Son una manifestación del espíritu dulce, apacible propios del estilo de Martínez.

Precio salida: 12.000 €

VENDIDO POR: 18.000 €

VENDIDO
1021. VIRREINATO DE NUEVA ESPAÑA, PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVIIINuestra Señora de Regla con San Agustín y Santa Mónica

Enconchado. 43 x 31,5 cm.
Inscrito: “N.S. de Regla”.
En el reverso con etiqueta de colección: “Joaquín Aguiló Cera”.
 
PROCEDENCIA:
 
Antigua colección de Joaquín Aguiló, Mallorca.
Adquirido por el actual propietario.
 
La Familia Aguiló fue una de las familias más nobles y numerosas de Mallorca. Tanto su padre Francisco como su hijo Joaquín fueron grandes comerciantes en productos agrícolas y coloniales, arrendadores de fincas y prestamistas. Desde el año 1656 al 1791 la familia Aguiló eran cargadores a Nueva España. Hacia 1741 un joven de Cortegana (Huelva), Pedro Romero de Terreros, que más tarde sería el primer Conde de Regla, se había convertido en un comerciante de gran prestigio en el mercado agrícola de Querétaro entró en contacto con Joaquín Aguiló. Romero de Terreros encargó este enconchado en Nueva España y se lo regaló a Aguiló. Lo trajo de América a Mallorca, Joan Massa Bossio, patrón y comerciante de Génova en su cargero “La Virgen de Regla”.
 
Las pinturas con incrustaciones de nácar, abundaron en Nueva España durante la segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII. Los trozos de madreperla, se aplicaban, en general, y se cubrían con una tenue capa de pintura. Los irisados reflejos de nácar realzaban el efecto decorativo de las obras. La mayoría de las pinturas de enconchados que se conservan son anónimas. Algunas firmadas por Nicolás Correa, Miguel Gonzales, y Juan Gonzales. Es evidente la influencia oriental en este tipo de pinturas con incrustaciones de nácar por las relaciones que mantuvo Filipinas con México.
 
Según una tradición antigua, recogida por Fray Diego de Carmona Bohórquez (1590-1653), en su obra Historia Sacra, la imagen de la Virgen de Regla la manda esculpir San Agustín (354-430), que luego mantuvo en su oratorio privado, y ante la cual escribió la Regla, o forma de vida monástica que lleva su nombre. Tras su muerte, para salvar la imagen de los invasores, el diácono Cipriano, tomó la venerable imagen y huyó en una embarcación. Arrastrado por las corrientes, llegó milagrosamente a Chipiona. Los ermitaños que seguían la Regla de San Agustín levantaron un Santuario bajo la advocación de “Nuestra Señora de Regla”. (Ver: Rafael Lazcano González: “Historia, leyenda y devoción a Nuestra Señora de Regla”, pág. 622- 640)
 
Nuestra Señora de Regla, es una advocación mariana que fue muy venerada tanto en España como en América. Se conoce en América, la Cofradía de Nuestra Señora de Regla (Guayaquil, Ecuador), San Pedro de los Milagros (Antioquía, Colombia), Iglesia Nuestra Señora de Regla (La Habana, Cuba), Santuario diocesano de Nuestra Señora de Regla (Tovar, Venezuela), Virgen de Regla (Baní, República Dominicana), Iglesia de Nuestra Señora de Regla (Opón, actual Lapu- Lapu City).
 
Dentro de la producción de Nicolás Correa, son varios los enconchados conservados con fondo neutro. Se conocen dos Dolorosas (Ver: Marta Dujovne, “Las pinturas con incrustaciones de nácar”. México, 1984, pág. 78 y 79). Otros ejemplos conservados con fondo neutro de la mano de Agustín del Pino, Pedro López Calderón, Rodolpho y Antonio Santander.

Precio salida

60.000 €

VENDIDO POR

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VENDIDO
1021. VIRREINATO DE NUEVA ESPAÑA, PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVIIINuestra Señora de Regla con San Agustín y Santa Mónica

Enconchado. 43 x 31,5 cm.
Inscrito: “N.S. de Regla”.
En el reverso con etiqueta de colección: “Joaquín Aguiló Cera”.
 
PROCEDENCIA:
 
Antigua colección de Joaquín Aguiló, Mallorca.
Adquirido por el actual propietario.
 
La Familia Aguiló fue una de las familias más nobles y numerosas de Mallorca. Tanto su padre Francisco como su hijo Joaquín fueron grandes comerciantes en productos agrícolas y coloniales, arrendadores de fincas y prestamistas. Desde el año 1656 al 1791 la familia Aguiló eran cargadores a Nueva España. Hacia 1741 un joven de Cortegana (Huelva), Pedro Romero de Terreros, que más tarde sería el primer Conde de Regla, se había convertido en un comerciante de gran prestigio en el mercado agrícola de Querétaro entró en contacto con Joaquín Aguiló. Romero de Terreros encargó este enconchado en Nueva España y se lo regaló a Aguiló. Lo trajo de América a Mallorca, Joan Massa Bossio, patrón y comerciante de Génova en su cargero “La Virgen de Regla”.
 
Las pinturas con incrustaciones de nácar, abundaron en Nueva España durante la segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII. Los trozos de madreperla, se aplicaban, en general, y se cubrían con una tenue capa de pintura. Los irisados reflejos de nácar realzaban el efecto decorativo de las obras. La mayoría de las pinturas de enconchados que se conservan son anónimas. Algunas firmadas por Nicolás Correa, Miguel Gonzales, y Juan Gonzales. Es evidente la influencia oriental en este tipo de pinturas con incrustaciones de nácar por las relaciones que mantuvo Filipinas con México.
 
Según una tradición antigua, recogida por Fray Diego de Carmona Bohórquez (1590-1653), en su obra Historia Sacra, la imagen de la Virgen de Regla la manda esculpir San Agustín (354-430), que luego mantuvo en su oratorio privado, y ante la cual escribió la Regla, o forma de vida monástica que lleva su nombre. Tras su muerte, para salvar la imagen de los invasores, el diácono Cipriano, tomó la venerable imagen y huyó en una embarcación. Arrastrado por las corrientes, llegó milagrosamente a Chipiona. Los ermitaños que seguían la Regla de San Agustín levantaron un Santuario bajo la advocación de “Nuestra Señora de Regla”. (Ver: Rafael Lazcano González: “Historia, leyenda y devoción a Nuestra Señora de Regla”, pág. 622- 640)
 
Nuestra Señora de Regla, es una advocación mariana que fue muy venerada tanto en España como en América. Se conoce en América, la Cofradía de Nuestra Señora de Regla (Guayaquil, Ecuador), San Pedro de los Milagros (Antioquía, Colombia), Iglesia Nuestra Señora de Regla (La Habana, Cuba), Santuario diocesano de Nuestra Señora de Regla (Tovar, Venezuela), Virgen de Regla (Baní, República Dominicana), Iglesia de Nuestra Señora de Regla (Opón, actual Lapu- Lapu City).
 
Dentro de la producción de Nicolás Correa, son varios los enconchados conservados con fondo neutro. Se conocen dos Dolorosas (Ver: Marta Dujovne, “Las pinturas con incrustaciones de nácar”. México, 1984, pág. 78 y 79). Otros ejemplos conservados con fondo neutro de la mano de Agustín del Pino, Pedro López Calderón, Rodolpho y Antonio Santander.

Precio salida: 60.000 €

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VENDIDO
1038. EDUARDO ROSALES GALLINAS (Madrid, 1836-1873)El naranjero de Algezares

Óleo sobre lienzo
37,5 x 47 cm
Firmado y fechado áng. sup. izq: Rosales/1872
En el reverso etiqueta de la Testamentaria de Rosales firmada por Gabriel Maureta.
Pintado en 1872.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular.
 
EXPOSICIONES:
Zaragoza, Eduardo Rosales en las colecciones privadas, Ibercaja, Centro de Exposiciones y Congresos, 3 de octubre-31 de diciembre de 2000, pág. 159, cat.41, ilustrado
a color (etiqueta al dorso)
 
BIBLIOGRAFÍA:
Revilla Úceda, M. Eduardo Rosales en la pintura española, Edarcón, Ediciones de Arte Contemporáneo, Madrid, 1982, pág. 64 (ilustrado en b/n) titulado como "Un comerciante de naranjas en Murcia".
 
Aunque Rosals se interesó desde sus comienzos por los temas costumbristas, no fue hastael final de su carrera donde encontramos las obras más significativas, como la que ofrecemos. Es el año de nuestra obra, 1872, cuando data "Venta de novillos" que al igual que el "Naranjero de Algezares" lo pinta en Murcia. Ambos de interés folklórico, los trajes regionales muestran el interés de Rosales por mostrar lo cotidiano de una manera muy real influenciada por los franceses. Es de Corot de donde despierta su gusto por los trajes regionales. Nuestra obra pintada en el mismo año que la muerte de su hija Eloisa representa a una vendedor murciano de naranjas junto a un burro, ambos casi posando como si de una fotografía se tratara. El naranjero está perfectamente ataviado con traje de huertano, que mira al espectador, llevándose la mano izquierda a la cadera. Se cubre la cabeza con un pañuelo y montera y viste camisa, chaleco, fajín, zaragüel y medias, quedando sólo apuntada la manta que se echa sobre el hombro derecho. En el Museo del Prado se conservan tres apuntes "Tipo murciano / Apunte de tres tipos murcianos" pintados hacia 1872, probablemente estudios para nuestra obra. 
Obra inscrita en el Registro de Bienes de Interés Cultural, Ministerio de Curltura con el código I-M - 01 - 0006348 - 00000 (Comunidad de Madrid)
 

Precio salida

25.000 €

VENDIDO POR

70.000 €
VENDIDO
1038. EDUARDO ROSALES GALLINAS (Madrid, 1836-1873)El naranjero de Algezares

Óleo sobre lienzo
37,5 x 47 cm
Firmado y fechado áng. sup. izq: Rosales/1872
En el reverso etiqueta de la Testamentaria de Rosales firmada por Gabriel Maureta.
Pintado en 1872.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular.
 
EXPOSICIONES:
Zaragoza, Eduardo Rosales en las colecciones privadas, Ibercaja, Centro de Exposiciones y Congresos, 3 de octubre-31 de diciembre de 2000, pág. 159, cat.41, ilustrado
a color (etiqueta al dorso)
 
BIBLIOGRAFÍA:
Revilla Úceda, M. Eduardo Rosales en la pintura española, Edarcón, Ediciones de Arte Contemporáneo, Madrid, 1982, pág. 64 (ilustrado en b/n) titulado como "Un comerciante de naranjas en Murcia".
 
Aunque Rosals se interesó desde sus comienzos por los temas costumbristas, no fue hastael final de su carrera donde encontramos las obras más significativas, como la que ofrecemos. Es el año de nuestra obra, 1872, cuando data "Venta de novillos" que al igual que el "Naranjero de Algezares" lo pinta en Murcia. Ambos de interés folklórico, los trajes regionales muestran el interés de Rosales por mostrar lo cotidiano de una manera muy real influenciada por los franceses. Es de Corot de donde despierta su gusto por los trajes regionales. Nuestra obra pintada en el mismo año que la muerte de su hija Eloisa representa a una vendedor murciano de naranjas junto a un burro, ambos casi posando como si de una fotografía se tratara. El naranjero está perfectamente ataviado con traje de huertano, que mira al espectador, llevándose la mano izquierda a la cadera. Se cubre la cabeza con un pañuelo y montera y viste camisa, chaleco, fajín, zaragüel y medias, quedando sólo apuntada la manta que se echa sobre el hombro derecho. En el Museo del Prado se conservan tres apuntes "Tipo murciano / Apunte de tres tipos murcianos" pintados hacia 1872, probablemente estudios para nuestra obra. 
Obra inscrita en el Registro de Bienes de Interés Cultural, Ministerio de Curltura con el código I-M - 01 - 0006348 - 00000 (Comunidad de Madrid)
 

Precio salida: 25.000 €

VENDIDO POR: 70.000 €

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