Óleo sobre lienzo, 70 x 54 cm.
Inscripción: Manuel / de / Velasco.
PROCEDENCIA:
Colección particular de Suecia.
Colección Rafael Moreno, España.
Este retrato de don Manuel de Velasco es de algo menos de medio cuerpo, en posición de tres cuartos, y no tiene representadas las manos del retratado. El nombre que lo identifica aparece escrito en el ángulo inferior izquierdo, lo que me ha permitido identificarlo con don Manuel de Velasco y Coello, que era vecino y regidor perpetuo de la villa y corte de Madrid. Rico hacendado en la villa del Prado desde antes de 1765, en dicho año entabló un pleito en la sala de Hidalgos de la Real Chancillería de Valladolid. Este acomodado personaje, dueño de tierras y ganados en la madrileña villa de Prado, era un claro representante de esa pequeña nobleza propietaria que prosperó en el reinado de Carlos III. Es muy posible que heredase el puesto de regidor perpetuo de Madrid de una familiar por vía materna, doña Casilda Manuela Coello, que en 1747 arrendó su regimiento a don Francisco Milla por 5.500 reales de renta al año. Estuvo casado con Basilia Ferreira y Campo, con la que tuvo diez hijos, el menor de los cuales fue el destacado militar de ideas liberales Manuel de Velasco, Coello y Ferreira (Madrid, 1776 - Cádiz, 1824). Manuel de Velasco encargó a Francisco Bayeu, el mejor pintor de España en ese momento, que dejase plasmada su imagen en un sencillo retrato, para colocarlo en la sala de su domicilio madrileño como signo de distinción. Era una manera de reafirmar su posición en la sociedad cortesana de finales del Antiguo Régimen.
El retratado, que debió de nacer en torno a 1735, y que aparenta unos 55-60 años de edad, tenía un rostro de facciones redondeadas y abultadas, como correspondería a un hombre no muy alto y corpulento. Una peluca empolvada cubre su cabeza, y se aprecia la coleta natural sobre la nuca, recogida con lazo de raso negro. Tenía ojos marrones, grandes y vivos, nariz poco prominente, labios finos, barbilla redondeada y papada acusada. El modelado del rostro es excelente y muy matizado por Francisco Bayeu, que aplicó la pintura extendida, sin apenas empastes. Las luces las plasmó en él mediante suaves frotamientos de pintura blanca sobre el fondo ocre y realces rosáceos, que le confieren vida al retratado. Es un retrato realista. Bayeu no solo plasmó la fisonomía de Manuel de Velasco con gran fidelidad, sino también su carácter. Es un retrato de gran calidad, que presenta los estilemas más personales del pintor aragonés, muy distintos a los que muestran los retratos coetáneos de su cuñado Goya, de su colega y rival Maella, o de Joaquín Inza.
La elegante casaca que porta, marrón oscura, contrasta perfectamente sobre el fondo verdoso del retrato. Es una casaca, por su corte y cuello recto y ya algo elevado, que tapa por los lados el pañuelo de cuello que lo circunda y una de las puntas de la camisa, y que responde a la moda de 1793 y1794. Es muy parecida a la que presentan los retratos que Goya hizo en 1794 de Juan Arias de Saavedra, en colección particular, y de Ramón de Posada, que está en el Museo de Bellas Artes de San Francisco. Los botones de la casaca, de disco y con estrías en círculo, eran muy posiblemente de metal, también de moda por entonces. Las puntillas del corbatín saliente están ejecutadas con gran maestría, resolviendo las luces de las mismas con toques nerviosos blancos, chispeantes y empastados, para resaltar los bordes y salientes de las mismas, al igual que las luces de las estrías de los botones. Sin duda, el atrevimiento de Bayeu es mayor en la ejecución de estas prendas de la indumentaria de este retrato que en anteriores retratos de personajes cortesanos.
Bajo la casaca se aprecia el chaleco de seda blanca valenciana con motivos florales de clavelinas bordados, que están ejecutados con gran soltura de pincel en tonos carmines, verdes, azules y marrones. El efecto del mismo resulta una auténtica delicia visual. Chalecos de seda blanca con estampados o bordados de flores encontramos en otro retratos de ese momento, como el que Maella pintó del cosmógrafo mayor de Indias, el valenciano Juan Bautista Muñoz, en 1793, de colección particular española, estudiado por José Manuel de la Mano, en el retrato que Goya le hiciera a Ramón de Posada, con flores ya de ejecución preimpresionista, o en el último Autorretrato inacabado del propio Francisco Bayeu de la Real Academia de B.A. de San Fernando, que hay que datar, como ya propuse en 2012, en el otoño de 1794.
Francisco Bayeu debió de retratar a don Manuel de Velasco, regidor perpetuo del Ayuntamiento de la villa de Madrid, entre el otoño de 1793 y febrero-marzo de 1794, meses en los que estuvo preparando los bocetos y dibujos para el que sería su último fresco, el de la Exaltación de la Monarquía Española con las Órdenes de la misma, que el pintor aragonés pintaría de marzo a junio de 1794 en el techo del dormitorio de los reyes Carlos IV y María Luisa, hoy Salón de Tapices, en el palacio Real de Madrid. Este retrato de Manuel de Velasco, junto con el citado Autorretrato inacabado serían, posiblemente, los dos últimos retratos pintados por Bayeu antes de su muerte en la madrugada del 4 de agosto de 1795.
Arturo Ansón Navarro
Doctor en Historia del Arte
Agradecemos al profesor Dr. Arturo Ansón Navarro, que ha realizado un estudio completo de esta obra y el texto de esta ficha, su ayuda para la catalogación.