Óleo sobre lienzo. 105 x 83,5 cm.
En su tela original y bastidor antiguo.
Firmado, fechado y dedicado: “Al Illmo Sr Dn Antonio Porlier Sup Dn Joqn Ynza qe lo pinto Año de 1780”.
En el reverso inscrito a tinta: “Dn Antonio Porlier, 1780 de 56 años”, con sello estampado “Colección Marqués de Bajamar” en el ángulo superior izquierdo, inscrito a tinta: “DO” en la parte inferior e inscrito en el bastidor “D”.
Con marco antiguo en madera tallada y dorada.
PROCEDENCIA:
Colección particular del Marqués de Bajamar.
Don Antonio Aniceto Porlier y Sopranis (San Cristóbal de Laguna, Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 1722- Madrid 1813), I Marqués de Bajamar fue magistrado del Consejo de Indias, consejero de Estado, ministro de Indias y de Gracia y Justicia, historiador y académico. Era hijo de Esteban Porlier, cónsul de Francia en Tenerife, y de Rita Juana de la Luz Sopranis. Proveniente de una familia influyente, recibió su educación inicial en Tenerife antes de trasladarse a España en 1744 para estudiar leyes en Alcalá de Henares y Salamanca, donde obtuvo varios grados académicos. Su carrera administrativa comenzó en América, donde en 1756 fue nombrado fiscal protector de indios en la Real Audiencia de Charcas y, más tarde, fiscal de la Real Audiencia de Lima. Regresó a España en 1773 como fiscal del Consejo de Indias y ascendió a ministro de Gracia y Justicia de Indias en 1787, además de asumir el cargo de Gracia y Justicia de España en 1790. Durante su carrera, acumuló numerosos honores, incluyendo el título de Marqués de Bajamar en 1791 y la Gran Cruz de la Orden de Carlos III en 1792. Tras la caída de su protector Floridablanca, recibió una “honrosa jubilación” como gobernador del Consejo de Indias en 1792. A lo largo de su vida, fue miembro de la Real Academia Española y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y promovió importantes reformas, como la creación de la Universidad de La Laguna. A pesar de una vida marcada por la inestabilidad política durante la Guerra de Independencia, su legado como reformista y jurista es reconocido. Se casó con María Josefa de Asteguieta e Iribarren en 1765 y, tras su fallecimiento, con María Jerónima Daoiz en 1782. Antonio Porlier falleció a los 91 años, dejando un notable impacto en la administración y la academia española.
Joaquín Inza (1736-1811), aún falto de un estudio en profundidad se erige como una figura clave en el panorama artístico de la segunda mitad del siglo XVIII. Destacado retratista, Inza pintó para familia real, aristócratas e intelectuales de su época. Se formó en el taller de su padre y a partir de 1752 como alumno de la Academia de San Fernando. Su obra refleja la influencia de Jean Ranc, Louis-Michel van Loo y, posteriormente, de Anton Raphael Mengs. El Museo del Prado alberga notables ejemplos de su arte, incluyendo el retrato de Fernando VII, niño (cat. P006145), la infanta María Amalia de Borbón (cat. P006146), el retrato del infante Gabriel de Borbón (cat. P006176) y el retrato de Don Tomás Iriarte (cat. P002514).
La obra que presentamos, firmada y fechada en 1780, se distingue por su excelente estado de conservación. Sin lugar a dudas, es uno de los mejores retratos de Joaquín Inza que han llegado hasta nuestros días. Destaca por su dibujo preciso, un estilo sobrio y la elegante utilización de tonalidades frías, así como por su apariencia esmaltada, todas características distintivas del pintor.
El retrato de Don Antonio Porlier y Sopranis muestra al marqués en una pose de tres cuartos, con la cabeza girada hacia la izquierda, transmitiendo una mirada franca y cercana al espectador. El fondo decorado con un cortinaje verde enmarca la figura, que se encuentra en el interior de un palacio. Don Antonio está vestido completamente de negro, con toga y capa, sobresaliendo el cuello de gola blanca y los puños del mismo color que enmarcan sus manos. Luce una peluca corta y blanca con bucles a los lados. La luz que incide desde la izquierda resalta su figura, mientras que en la mano izquierda sostiene un sombrero y en la derecha exhibe un documento con su nombre, la firma de Inza y la fecha de 1780. La mano descansa sobre un bufete con tapa de mármol y varios libros y utensilios de escritura, acentuando su imagen como hombre de letras. El retrato también muestra a Don Antonio con la Orden de Carlos III al cuello y en su capa, simbolizando sus distinciones y su papel preeminente en la administración.