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VENDIDO
878. ATRIBUIDO A PEDRO DE ACOSTA (1690-1756)Trampantojo.

Óleo sobre lienzo. 57 x 76 cm. Con inscripción casi ilegible en uno de los papeles, en la que podemos leer “Dn Tomas”. La pintura de trampantojo surge en el mundo flamenco y holandés a mediados del siglo XVII y obtendrá gran éxito en Europa. El cultivo de este tipo de escenas fue un motivo reiterado, fundamentalmente, en Sevilla en el siglo XVIII. Pedro de Acosta fue uno de los máximos representantes al que podemos atribuir este lienzo. Como es habitual en sus composiciones, sobre un lienzo fingido de fondo tableado, simulando el “rincón de un taller”, Acosta dispone con gran maestría y dominio técnico distintos cartelas clavadas. Destacamos el grabado del caballo, que lo coloca en el centro de la composición, siguiendo los modelos de Antonio Tempesta de excelente calidad, así como la cartela con una inscripción casi ilegible a tinta en la que podemos leer “Dn Tomas”. Completa la escena otros elementos como un papel doblado y el conjunto de utensilios, propios de un pintor. Es también, indudable, la cercanía de este lienzo con los dos trampantojos conservados en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (Ver: Andrés Sánchez López, La pintura de bodegones y floreros en el siglo XVIII, pág. 82- 84). Destacamos este lote no sólo por su calidad técnica, sino por el conjunto que forma con el marco realizado en madera estucada, dorada y policromada con decoración de flores del siglo XVIII.

Precio salida

7.000 €

VENDIDO

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878. ATRIBUIDO A PEDRO DE ACOSTA (1690-1756)Trampantojo.

Óleo sobre lienzo. 57 x 76 cm. Con inscripción casi ilegible en uno de los papeles, en la que podemos leer “Dn Tomas”. La pintura de trampantojo surge en el mundo flamenco y holandés a mediados del siglo XVII y obtendrá gran éxito en Europa. El cultivo de este tipo de escenas fue un motivo reiterado, fundamentalmente, en Sevilla en el siglo XVIII. Pedro de Acosta fue uno de los máximos representantes al que podemos atribuir este lienzo. Como es habitual en sus composiciones, sobre un lienzo fingido de fondo tableado, simulando el “rincón de un taller”, Acosta dispone con gran maestría y dominio técnico distintos cartelas clavadas. Destacamos el grabado del caballo, que lo coloca en el centro de la composición, siguiendo los modelos de Antonio Tempesta de excelente calidad, así como la cartela con una inscripción casi ilegible a tinta en la que podemos leer “Dn Tomas”. Completa la escena otros elementos como un papel doblado y el conjunto de utensilios, propios de un pintor. Es también, indudable, la cercanía de este lienzo con los dos trampantojos conservados en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (Ver: Andrés Sánchez López, La pintura de bodegones y floreros en el siglo XVIII, pág. 82- 84). Destacamos este lote no sólo por su calidad técnica, sino por el conjunto que forma con el marco realizado en madera estucada, dorada y policromada con decoración de flores del siglo XVIII.

Precio salida: 7.000 €

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880. ANDRÉS PÉREZ (1660-1727)Inmaculada con Trinidad y un cortejo de ángeles inserta en una orla de flores.

Óleo sobre lienzo. 115 x 87 cm. Nacido en 1669 en Sevilla hijo de Francisco Pérez de Pineda. Se formó en taller de Murillo así como se interesó por los aspectos escenográficos de amplias perspectivas que generalizan Arteaga y Alfaro. Nuestro cuadro es una aportación interesante al catálogo de obras del pintor y una muestra de su maestría como pintor de flores. Ya, Ceán Bermúdez, elogia la habilidad de este pintor para pintar flores y escribió “en lo que más se distinguió Pérez fue en imitar las flores y bordaduras por el natural”. Sobre nubes algodonosas con la media luna, manos sobre el pecho y mirada dirigida al Cielo, aparece la Virgen Inmaculada con manto azul, coronada por la Trinidad. La rodean angelitos que portan sus símbolos tradicionales de la letanía lauretana: “speculum sine macula, palma in cades, turris davídica”. Muy personal en su estilo es el tratamiento de los rostros siguiendo los modelos murillescos que interpreta con una curiosa insistencia en el dibujo de las cejas y negros ojos de intensa mirada. Con un dibujo preciso, una excelente ejecución en el detalle y una calidad notable en su colorido, rodea a la Virgen de una guirnalda, común en las composiciones flamencas, ya conocidas en Sevilla desde el siglo XVII y principios del siglo XVIII. Con varios tipos de flores: lirios, azucenas, rosas y claveles quedan simbolizadas la Pureza y la Pasión. Obra que nos acerca a otras de sus composiciones como la conservada en el Museo de Bellas Artes de Córdoba “Virgen inserta en una orla de flores” o “Niño Jesús rodeado de guirnalda de flores” conservada en una colección particular de Sevilla y dada a conocer por Valdivieso. En este caso, la guirnalda rodea completamente la escena sin introducir ningún tipo de cartela lo que demuestra un conocimiento de la pintura de flores flamenca, más barroca, de la segunda mitad del siglo XVII. La guirnalda enmarca la escena sin dejar vacíos los ángulos del marco. Más cerca de la obra de Daniel Seghers y ya en la España de Gabriel de la Corte.

Precio salida

8.000 €

VENDIDO

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880. ANDRÉS PÉREZ (1660-1727)Inmaculada con Trinidad y un cortejo de ángeles inserta en una orla de flores.

Óleo sobre lienzo. 115 x 87 cm. Nacido en 1669 en Sevilla hijo de Francisco Pérez de Pineda. Se formó en taller de Murillo así como se interesó por los aspectos escenográficos de amplias perspectivas que generalizan Arteaga y Alfaro. Nuestro cuadro es una aportación interesante al catálogo de obras del pintor y una muestra de su maestría como pintor de flores. Ya, Ceán Bermúdez, elogia la habilidad de este pintor para pintar flores y escribió “en lo que más se distinguió Pérez fue en imitar las flores y bordaduras por el natural”. Sobre nubes algodonosas con la media luna, manos sobre el pecho y mirada dirigida al Cielo, aparece la Virgen Inmaculada con manto azul, coronada por la Trinidad. La rodean angelitos que portan sus símbolos tradicionales de la letanía lauretana: “speculum sine macula, palma in cades, turris davídica”. Muy personal en su estilo es el tratamiento de los rostros siguiendo los modelos murillescos que interpreta con una curiosa insistencia en el dibujo de las cejas y negros ojos de intensa mirada. Con un dibujo preciso, una excelente ejecución en el detalle y una calidad notable en su colorido, rodea a la Virgen de una guirnalda, común en las composiciones flamencas, ya conocidas en Sevilla desde el siglo XVII y principios del siglo XVIII. Con varios tipos de flores: lirios, azucenas, rosas y claveles quedan simbolizadas la Pureza y la Pasión. Obra que nos acerca a otras de sus composiciones como la conservada en el Museo de Bellas Artes de Córdoba “Virgen inserta en una orla de flores” o “Niño Jesús rodeado de guirnalda de flores” conservada en una colección particular de Sevilla y dada a conocer por Valdivieso. En este caso, la guirnalda rodea completamente la escena sin introducir ningún tipo de cartela lo que demuestra un conocimiento de la pintura de flores flamenca, más barroca, de la segunda mitad del siglo XVII. La guirnalda enmarca la escena sin dejar vacíos los ángulos del marco. Más cerca de la obra de Daniel Seghers y ya en la España de Gabriel de la Corte.

Precio salida: 8.000 €

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